viernes, 18 de febrero de 2011

POLIZONTES





Hay un tren con horario al deliro. Lo tomé esta mañana; cuando encuentres mi carta estaré pernoctando en la noche del túnel. Viajo en clase turística huyendo del ancla que arroja tu espejo. Huyo de ti que contemplas la puerta como una palabra la cual no pronuncias y apodas silencio. Yo he decidido salir a buscarla. Quédate tú acariciando su ausencia, te enviaré una postal donde a veces anide o cabalgue mi sombra. Me acordaré de tu tren donde quiera que aborde un recuerdo, así sea un corazón, un lunar que me asalta o una calle rodeando mi cuello como esta bufanda que han sido sus brazos. Soy demasiado antihumano para estos caminos, la soledad no es buen copiloto. Te extrañaré como a un libro olvidado al que hojean otros libros. Viajo también por los dos, mi pasaporte contiene tu nombre, tus ojos, tu firma, pero no tus pronombres. Él se queda a tu lado, Ella asiste a tu encierro, Ustedes se abrazan a un mismo destino, inamovible, como un domicilio absoluto soldado a una eterna fachada. Nosotros, los remitentes de ti compartimos la misma maleta y nos vamos.
Tú has decidido rendirle tributo a la horrible paciencia. Yo viajo allá donde el viento y la luz se disputan un sitio en las alas de un árbol; donde el mar y la luna comparten asiento; donde yo y el amor compartimos la misma ventana.

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