viernes, 19 de diciembre de 2008

Sentimiento navideño:


También yo me uno a este ambiente de fiesta y de luz familiar que nos brinda diciembre. Digamos salud y encendamos la fogata que mantiene el calor en el frío de la sangre. Navidad es nacer y adentrarse en la dicha de ver en los días crecer nuestras auras. Cualquier tiempo es bueno si existe un latido, y en esta gran pauta de abrazos, familia y festejos se siente la fiesta que da al corazón el matiz de ese amor tan vital que ostentamos y que es fundamental el compartir. Navidad es en sí la humildad del ejemplo. Yo deseo que en cada familia, en cada pecho, en cada rostro, en cada mirada se encuentre esa magia que dan estas fechas. Irrumpamos de sonrisas el preámbulo a las fiestas y que cada día futuro (incluyendo el presente) sea de salud, plenitud y de logros. Un abrazo profundo, los quiere: Fausto Vonbonek.


Feliz Navidad !

v

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Altiplanos

Vivo de eso,
de pulir con la estopa la inhiesta agresión
del espacio en despecho.
Y es que quién limpia este cielo del polvo
pasado, quién abre ante el sol el desliz de la
sombra, quién besa el río.
Pienso y encuentro también que el pensar es
un otro distante que piensa en aquél que se
encuentra aquí mismo.
Dónde se encuentra es la fuente que engendra
el relámpago dios en que nace la idea, la rosa
que pare los pétalos nuevos de un rojo que
nunca equivale a una sangre.
El cielo es también el jardín más boscoso,
es justo en él donde el ave que aún vuela
destina su muerte en el páramo humano.
Y es que los pájaros bordan su vuelo en el
sueño del hombre, sueño que piensa,
sueño que anida en la nube más cerca a la
lluvia de olvido.
Los picos que emigran moldean el buril que
carcome el silencio que brota en las casas,
que emerge en las frentes, que fluye en los
llantos que vuelven a casa.
Ay, qué infinita tristeza se queda enjaulada en
el ángel sin alas
Así el pensamiento que corre a buscar su
gemelo distante.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Cronoambivalencias

             Sucede que el mundo jamás se detiene a pensar en el tiempo, sólo gira en un eje llamado destino y va hilando los días, los años, los siglos. El tiempo lo tejen las aves y el río interminable de nubes y sombras, ellas emigran llevando en sus picos la luz peregrina que alumbra y disuelve las nuevas auroras. Cada cometa regresa a su cita a esculpir una muesca en el rostro del hombre. El tiempo no gira, el tiempo es un ojo invisible en la cósmica faz del gigante a los lejos. Luchar contra el tiempo es luchar contra el río que lleva en nosotros la sangre hacia el pecho.
             Yo soy aliado del tiempo, soy uno más en su ejercito diario, él representa el Aquiles perfecto, el sempiterno talón de los héroes pasados que acuñan sinfín un milenio tras otro como una pirámide nunca acabada. Lidiar contra el tiempo es un acto cobarde, el tiempo es el grano de arena en que moran revueltos los mares del mundo, ¿cómo encontrar ese arcano ilusorio en el polvo infinito? El tiempo es ajeno al espejo, el tiempo es aliado de aquellos que suelen mirarlo a través de la espina que son los silencios, los miedos, las dudas eternas.
             No existe montaña en la honda del hombre que pueda incrustarse en la frente del tiempo. Sí hay diferencia en los rostros del tiempo, uno es el tiempo en la oruga friolenta enramando sus alas, otro es el tiempo en el bruno botón matizando el carmín de los pétalos nuevos, otro es el tiempo en la espuma salada que borra las huellas, otro es el tiempo que esculpe en la roca el volar de los astros.
             Otro es el tiempo del hombre, uno distinto al crepúsculo rúbeo que alumbra la flor en las tétricas fauces. Ese yo elijo ocultarlo como un Odiseo que todo sufraga. Ese ese es el tiempo que asiento en un noble paraje como un albornoz que protege el recuerdo. Allá confecciono una ermita de sueños que son mi templanza. Allá es donde viajo de forma invariable a brindar una hogaza de arrojo, una grupa de aliento, un sorbo de letras, ese es el tiempo que el dios de ti mismo reclama en tus huesos. Ese es el tiempo que vive latiendo en las venas indemnes que secan el llanto. Ese el tiempo que ofrece un café cuando llegas cansado a la cueva nocturna. Ese el tiempo que usurpa mi tiempo.
             Nuestro tiempo es ahora, y ese tiempo es el mismo segundo que hoy vive en la hiniesta del tiempo postrero. Hoy el tiempo ha cubierto su deuda, tu estrella y la mía han cruzado sus labios, los paralelos que fuimos convergen por fin en espaldas lunares. Ahora existimos, jamás podremos reclamarle al tiempo que nunca mutó la ilusión por caricias.
             El tiempo ha cumplido su parte… ahora todo está en nosotros.

Fausto Vonbonek.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Perfección

La perfección no es la dosis difusa de amor y
de aroma que anida en la flor sobre el huerto
secreto llamado paciencia.
La perfección no es el pétalo blanco que encuentra
en el negro botón carmesíes silencios.
La perfección llega así como el fiel colibrí que
propaga el amor entre rosas distantes.
La perfección es así como tal, como un suave
poema que lanza en su honda la roca del sueño.
La perfección es el roce de un ángel que obsequia
una luz en el párpado quieto de piel incansable.
La perfección es en sí un repicar de los seres de
luz y las cosas que mueven la sangre a otro cielo.
La perfección es sutil como un alba infinita que
sólo retorna en caricias de auroras.
Es como un mar que revuelve el murmullo en la
gema perfecta que aluza las sombras.

martes, 9 de diciembre de 2008

Flor de palabras


Camina la noche sembrando en silencio la voz del recuerdo
El propio silencio establece un idioma que duele al hablarlo
Duele decir la humedad de palabras que esculpen el beso
Todo es palabra
Las mismas estrellas son símbolos vivos diciendo poemas
Voy caminando en el suelo de sombras
No importa el esmalte que ostente la noche
El cielo aun soleado es un diario infinito
Las nubes no pasan en vano
Ellas absorben las letras que el ojo ha grabado en el cielo
A veces se van con sus senos cargados de lácteas sonrisas
A veces encallan en negros suspiros de piel innombrable
Lejos el viento revuelve en su escote tragedias de casas
Todo es palabras
Palabras humanas
Y es que una gota de luz disemina una vela en el agua infinita
Ella es el polen que engendra en la lluvia el cristal de la estrella
Suena el rumor del diamante febril que amamanta los techos
Los rostros
El ángel del árbol
Amanecer nos confiere un azul de improbable belleza
Un nuevo quizás tras el humo que espera otro oleaje del tiempo

martes, 25 de noviembre de 2008

Luz de azahares

No dirán que intenté no morirme,
no dirán nada.
Nada dirán cuando observen el
trino brotar de mi aliento.
¡Qué fiel es el alba!
Nada dirán las auroras sin versos,
no dirán nada,
sus bocas tendrán las palabras
postradas que no alimentaron.
Sus manos oscuras traerán el
revólver que afrente el espejo.
No dirán que intenté no morirme,
dirán en parvadas palabras cenizas,
dirán cielo abierto
dirán luz de Roma.
El mar guardará mi silueta en
su lúbrica espalda,
la arena sabrá disolver el bosquejo
del beso que di a su cintura,
el aire jamás les dirá una palabra
nacida en mi sombra.
¡Qué fiel es la noche!
Un rito de fuego dirá una palabra,
un solo siseo tendrá la osadía,
y entonces la luna,
aquella que fue de mi piel un poema
dirá en luz de azahares que
yo soy su amante.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Flor en galope

Como flor entre arrullos creció tu silueta,
magnolia en galope, corola de luna en espacio movible,
de nuevo valiente, de nuevo alumbraste las voces dispersas.
Si afuera una estrella lloraba un silencio tú no la escuchaste,
tú fuiste hacia ella en el tren de tu boca,
cubriste su llanto con notas de risa,
curaste su lumen de espejo marchito y así,
en luz decembrina,
volviste a la estrella un botón de mil cantos.
Tú, flor en galope,
giraste atrevida tu mano en el eco volviendo
el otoño una azul bailarina, así es tu galope,
caballo desnudo en aliento vestido.
Un hombre infinito observaba tus alas,
su dulce rodilla dotó tu cabello de un copo de sangre.
Allá en el silencio otra estrella lloraba;
distante, perdida, friolenta.
Tú abriste los brazos,
alzaste tu pétalo pleno de selva y barriste la noche.
Ya no hubo una estrella llorando un silencio,
tú, flor en galope,
volviste cantante los faros del cielo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Luna de Troya


Allá en su silencio
una novia menguante
desteje un suspiro.

¿Qué eterno Odiseo
no ha vuelto a besarla?

Penélope luna,
cristal de ilusiones,
destejes y tejes
tu cielo de Ítacas.

Tal vez no regrese
el guerrero sin tiempo,
tú fiel permaneces
sembrada en un rostro.

Y esperas y esperas,
y esperas y tejes
de nuevo tus velos.

Oh, luz de tu espasmo,
qué misera estrella
enamora el umbral
donde un beso juró
regresar a tu boca.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Great Expectations

            Soy pacifista, creo que las guerras debiesen estar en los libros de historia y museos de holocaustos. Soy devoto de la paz mundial. Hoy en día las guerras se observan grotescas, son simplemente ridículas. Ellas simbolizan la penumbra, los rancios grilletes que aún ciñen los pasos de un hombre que cruza a otro siglo con bastas maletas repletas de horror y de pestes pasadas. Son tantas las cosas que el mundo requiere de forma inmediata que me atrevo a declarar que a estas alturas es una idiotez fabricar y ostentar nuevas armas. Es una idiotez fomentar nuevas guerras. La voz del planeta es muy clara, pero parece que el hombre ensordece a los gritos de un mundo que clama ya herido. Soy discípulo del pensamiento. Soy adepto del trueque y la sana armonía. Hay quienes pueden decir que las guerras heredan mayor beneficio que adeudos humanos. Aún hay devotos del Ares sangriento, aún hay sectarios que pulen el baal que alimenta los odios. Es finalmente la historia quien traza la línea y realiza la resta. Pero ¿de qué sirve ante tanta ceguera? Sea cual fuere la cifra, esta conlleva a una lucha de ideas y rencores. Los “buenos” y “malos” pretenden alzarse con justas razones que excusan en sí la defensa y ataque, sin embargo ambas partes son polos humanos y es una idiotez disfrazar los misiles de flores y engaños. Las religiones no han dado respuesta al fundir la bondad en el mismo escalpelo que escinde la fe del cadáver inerme. Sensatos y necios acaban forjando conflictos de espadas y escudos. Sí, los miedos levantan murallas; las ambiciones desplazan las armas; los odios afilan los sables que cortan la lengua incapaz de expresar con palabras humanas la frase asequible que evite ofensivas. El perdedor es el hombre. El ganador es la hiel de las balas y el rictus del polvo que cubre una sangre que estuvo latiendo a la par del filial sentimiento. El ariete marcial rompe el muro del tiempo, la carpa castrense discurre una nube de brisa sangrienta. En este milenio la guerra es absurda, una antiestética guisa de usar las neuronas. Toda nación debe ya reprobar cada quid del falsario, del mal gobernante, del paranoico, del prepotente. Todo país debe ya señalar la actitud del tirano y dejarlo al garete en su propia vergüenza. Ya no debe de haber opresores, ya el dictador luce arcaico, ya los autócratas son obsoletos.
            Soy pacifista, soy pensador, soy escribano de versos. Creo en la frazada que teje la gente al forjar en conjunto un deseo positivo a través de activar simultáneas sus mentes pensantes. Esa es la red que libera a los hombres, esa es la esperanza que envuelve a los niños, esa es la neblina que rompe cadenas. Antes que todo: globalicemos la paz y el pensar sanamente.
            El triunfo de Obama ha llegado puntual a su cita en el mundo. George W. Bush ya era irrespirable. Hace ocho años la mayoría de votantes sufragaron por Al Gore, sin embargo no es el voto popular el que abre las puertas de La Casa Blanca, sino el voto electoral que otorga cada estado de manera individual. De manera que ese medio millón de sufragios que superaban a Bush sólo atribuyeron una gélida estadística. Esas son las paradojas seculares del sistema americano de elecciones. En 2004 la gente en Estados Unidos reeligió al desdeñoso tejano ante un mundo de incrédula faz que anhelaba una pausa a los hechos violentos. Millones de electores creyeron las farsas de Bush. Yo mismo conversé con estadounidenses y atestigüé su patriotismo irresponsable, barato e injusto. Favorecieron la causa incorrecta y hoy esos votos denotan la sombra de 1 284 105 iraquíes fallecidos. Y por increíble que parezca, mientras el mundo considera esa invasión como un desastre humanitario, gran parte de esas personas continúan creyendo que la guerra engendrada por Bush fue por causas cabales y bien cimentadas. Si Clinton fue el Midas de la economía, Bush fue la antítesis misma: la convirtió en una cloaca. Todo pudrió en su camino de forma local y a la vez con secuelas en todo el planeta. El escritor Gore Vidal fue muy claro al declarar que pasarían cien años para reparar el daño que dejó el criminal a su paso. Jamás le importaron los niños del orbe, no movió un dedo por el bienestar del mundo, el calentamiento global le valió su desprecio. Yo sí festejo hoy el triunfo de Obama. El senador John McCain no apuntaba distinto, y el haber elegido a Sarah Palin como compañera de fórmula corroboraba un camino gemelo del magnicida tejano. Hoy no es secreto que el mundo carece de líderes natos. Hace 150 años Barak Obama estuviese laborando en plantaciones bajo el yugo de amos blancos. Hoy va a gobernarlos en un hábitat radical que le va a conferir un camino de espinas. Eso es ser líder. Él ha enfrentado a su paso oponentes gigantes y siempre su voz y su aura ha brillado entre otras. Eso es ser líder, abanderar la esperanza de un pueblo minado, cobijar la ilusión del autóctono blanco, de los afroamericanos, de los orientales, de los millones de hispanos y sobre todo de un mundo que espera el sosiego en la lista de muertos. Todo sufragio es castizo. No importa el color de la piel del votante. Yo sí aplaudo este triunfo, porque soy liberal y me enlisto en el cambio, pero sobre todo porque quiero dejar tras de mí un mejor mundo.
            Obama es la prueba de que el elector que conjuga visiones obtiene el paisaje que aspira su mente. Pero cuidado. En México fuimos testigos de un cambio gestado por esas pasiones. El resultado fue amargo, el presidente elegido fue el caos absoluto. Una total decepción de seis años. Una ingratitud integral para cada votante. Su clara traición sentenció la elección posterior a un sexenio en que el rostro de Fox ya irritaba a millones. Por esa razón al igual que en Estados Unidos la gente votó por el cambio. Un nuevo cambio. Sólo que en México no hubo voto electoral ni popular, sino fraude. Y es por ello que el mismo partido hoy guarece un mandato sin ángel ni brillo. Un mandato mediocre, demagogo y mentiroso.
            La elección es Estados Unidos fue prueba fehaciente de que la actitud positiva de un hombre destella a la misma frecuencia en que el pueblo calibra sus sueños. Por ello al hablar de elecciones no caben los fraudes, porque destruyen los sueños y tornan al hombre en un buitre al servicio brutal de anarquías personales. El fraude destruye la flor democracia.
            Este triunfo de Obama es un triunfo de todos, porque esta basado en pensamientos colectivos que han traspasado fronteras y mares. Así de excelsa es la noción del pensamiento. Si el pueblo de México lograra captar esa egregia virtud de hermanar pensamientos y acciones aunadas hace tiempo que esas lacras que en nada tributan sus investiduras serían reemplazadas por seres honestos y rostros capaces de infundir respeto.
            Obama deberá enaltecer la confianza que le ha encomendado su pueblo. No debe olvidar que los ojos del mundo estarán expectantes.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Sirenas

Para el mar cada barco es lunar caminante
Mascarones terrestres con ojos de bosque y
Perfumes de otoño
Oh
       Azul
                Perpetuo
Tras el mar se refugia el estruendo del tiempo
Muros de siglos son sólo el segundo en que el
Barco del sol se diluye en un sueño
Oh
       Brisa
                Tersa
Pasión de gaviotas
Así deslizamos el sueño en vaivenes que
Arrastran las islas que habitan los días
Oh
       Musitar
                De
                        Sirenas
Ningún despertar desabriga las sombras
Una es la lluvia que aroma en los ojos
Otra es la lluvia que viste las cosas
Oh
       Llano
                En
                        Brama
Lejos el mar nos devuelve los barcos
También las auroras devuelven caricias
Lejos el mar es sepulcro de sueños
Así es el umbral en el atrio del hombre
¿Qué sueño escalla en la luz del olvido?
Todo es un grano de sal que despide la luna
¿Dónde ocultar las estrellas fugaces?
Sólo el poema contiene el refugio
Oh
       Astral
                De
                        Musas
Brama el orgasmo de un mar a lo lejos
Mas nada envidiamos
Ni el sol
Ni la espuma
Porque basta tocar el oleaje del pecho y
Sentir como late la propia tormenta que fragua el
Dormir o abordar nuevos barcos

martes, 4 de noviembre de 2008

Día de muertos

            Hoy visité el camposanto, fui con mis muertos a un cementerio conocido como “Valle del recuerdo”. Me bebí una cerveza entre tumbas y cruces y flores y música propia de embrujo y memoria. Llevé mi cuaderno por si el numen brotaba en las lápidas ocres y esmaltes de mármol, sin embargo todo era bullicio, sonidos humanos, guitarras, un par de acordeones, murmullos, rumores de viento. La risa y la voz de los vivos cruzaba en la faz de las múltiples flores: claveles, girasoles, coronas de rosas, cientos y cientos de cempasúchiles áureos, naranjas y amarillos rutilantes. No vi tumbas tristes, cada nicho fue aseado guardando el respeto, observé a las escobas librando del polvo las fechas y nombres. Vasijas con agua bruñían los sepulcros, desde luego había tumbas modestas, pero nunca faltaba la mano piadosa brindando una rosa, una flor de papel o una oración silenciosa.
            Mi madre se acercó en silencio, “Quiero que me escribas mi epitafío”. Pero si aún no te mueres le dije sonriendo. “Sí, pero quiero tenerlo”. Bromeé por un rato pero vi en su mirada un asomo de ruego y sentí que debía complacerla. Abrí mi cuaderno, tomé de mi cuello el bolígrafo negro y sin más le pedí me explicara su idea intentando formar un bosquejo que diera palabras al emblema ineludible de su morada final en la tierra. Juro que en ese momento sentí la que la tinta expelía mi tristeza, pero complací a madre. Y a la vez que fraguaba las letras recordé el epitafio de Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, el infante que dejó atrás las cabras para convertirse en un vate admirado de la llamada «generación del 27», murió el 28 de marzo de 1942 victima de la tuberculosis y el horror del franquismo. Su tumba dice sólo lo siguiente: Miguel Hernández «Poeta». Él se ganó esa palabra con versos y sangre, por ello mi mente vislumbra infinito respeto por ese quinteto de letras. Inigualable epitafio. Sin embargo no pude evitar recordar a la vez el quizás más sublime de todos, se encuentra en la ciudad de México entre las tumbas gloriosas del Panteón de San Fernando. Es uno de los cementerios más antiguos y a su vez aglomera un arte mortuorio de exquisita arquitectura. Hay héroes, presidentes, ministros de estado, virreyes, arzobispos y hasta féretros ficticios. Ahí descansa el Benemérito de las Américas: Benito Juárez. Es un cementerio que ha sido nombrado monumento histórico. Y entre cientos de nichos ilustres una tumba se distingue por su epíteto de oro. Se encuentra justo al lado del sepulcro de José María Lafragua, diputado, ministro, embajador, magistrado y poeta. Nació en Puebla en 1813 y murió en la ciudad de México en 1875. Fue él quien escribió dicho epitafio. Y esa sepultura que contiene sus palabras se conoce con el nombre de “la tumba del amor”. En 1850 el apuesto ministro de Gómez Farías, de Comonfort, de Lerdo y de Juárez, llegaba puntual al altar. Su novia, la bellísima Dolores Escalante cruzaba la puerta del templo y justo en camino hacia él desplomó su mirada y cayó falleciendo al instante. Los médicos determinaron un síncope cardiaco fulminante. Lafragua escribió en sus memorias todo el contexto de un dolor indescriptible, pero nada hasta hoy se conoce, los documentos jamás se encontraron. Lo que sí se vislumbra hoy en día es el genial y doliente epitafio jamás concebido: “Llegaba ya al altar feliz esposa. Allí la hirió la muerte. Aquí reposa”.
            Y así abandoné el camposanto, con la palabra en la tumba de Hernández vibrando en mi alma; con el epíteto breve de un hombre admirable; y con un cuaderno del color del vino con lúgubres pastas encerrando el epitafio de mi madre.

Fausto Vonbonek.

sábado, 25 de octubre de 2008

Fortaleza


Estaré bajo el puente esgrimiendo verdades,
tal vez no regrese, mi amor,
tú conoces mis ríos, tú conoces mi frente
dispuesta a luz de los rayos de hombre.
Reconoces mis manos y cada posada en
sus huellas nocturnas. Tú y yo anidamos
en una y pasamos la noche a otra noche
en tus manos.
Estas manos jamás fueron mías, son como
pájaros rojos que emigran los pasos. Ellas
escriben y todo este amor se contiene en un
verso que inunda de ti los silencios que sufro.
Oh, suave murmullo, es tanto el oleaje en la
sangre que el sueño resquiebra en mortal
rompeolas.
Todas las noches contienen tus ojos y
ahí permanezco en tu surco secreto.
No temas si el miedo llovizna en tus hombros,
no escuches la risa estridente del muro.
Temen los cuervos y mienten las sombras,
nada descifra ni rompe el abrazo de aquellos
que aún somos.
Otros jilgueros emigran distantes, ellos
remolcan las nubes, ellos remolcan mis versos.
Yo llegaré sin palabras, sin sangre, sin fuerza.
Pero al tocar tu perfume mis labios dirán las
palabras mareantes, vendrá un corazón con
la roja substancia y un giro del mundo en
tus labios de vino darán a mis brazos
la fuerza del viento.

sábado, 18 de octubre de 2008

Poesía

         SUCEDE que la poesía es incontrolable, es un espíritu libre y perenne que elige a unos cuantos y encanta a millones. Para muchos es algo inasible, un puñado de palabras que gusta o no gusta; para otros es el roce sublime de un universo que intenta expresar el silencio de aquello que calla la boca del mundo; un asomo a sí mismos a través de palabras ajenas que intentan entrar en sus almas por medio de versos que encienden un faro perpetuo en su sangre o una vela en sus ojos que a veces perdura tan solo un segundo; pero también se da el caso de seres que pueden sentirla como un ente vivo. Seres que hacen de ella un delirio que toca la carne, que habla, que ríe, que siente, que describe todo aquello que el tiempo produce al hacer el amor con la dama del orbe. Y lo hacen porque puede ser posible, porque toda la existencia se confluye finalmente en pensamiento, y el pensamiento es un boomerang vivo que arroja una mano llamada: palabras. Y así como un niño que ve una pelota en el cénit de un sol, al crecer y pensar puede verlo como una fogata que enciende los días y entonces comprende el porqué fue deidad para muchos ya extintos. La poesía rebasa ese mundo de solo palabras, ella no espera tan solo a los versos del hombre, ella también utiliza las coplas del cielo, los alejandrinos de los mares, el soneto que provee el amanecer y que apaga la luz y discurre las sombras, todo en una indómita métrica que puede ofrecer desde un viento tranquilo hasta mil huracanes. La poesía rebasa por ello a los hombres, no se presta a sus caprichos ni a sus juegos, ella se cuida a sí misma y elige muy bien a los seres que toca. Ella no es instrumento de guerra. Ella no se detiene, no espera, no requiere de nadie. Escribir un poema es tomar una espada que nunca atraviesa otros cuerpos, su labor es distinta, su noble misión es cortar los amarres que atracan la mente del hombre y llevarla hacia el mar donde olea plenitud. Por esa razón un poema es un símbolo vivo, una alegoría que amamanta a todas. Una flor protegida por cardos mortales que puede inhalarse, leerse, sentirse, pero nunca cortarse. Quien lo intente se corta a sí mismo.
         Sucede que cada poema es un nuevo ladrillo, sin embargo es la lectura la que da elevación a las obras. ¿Qué construye un escribano de poemas? La respuesta la impone el estilo, y para encontrarlo se debe ante todo leer otros planos. Incrementar el acervo en la arteria que va a la región donde nace el poema. Eso es algo infalible: entre más poetas desfilen a los ojos del nuevo poeta más se definen los rumbos que adopte su mano. El pensamiento es la mano, la tinta constituye el éxtasis.
         Sucede que un poema que ha escrito un humano ha nacido del alma, por ello se debe leer desarmado. Hay actitudes humanas que son naderías, como lo es la inanición y la pereza. Hay hechos humanos que son tonterías, como las guerras actuales o la existencia de minas que mutilan niños. Hay pensamientos que son bagatelas, como el discurso del necio o la voz del tartufo. Hay circunstancias de verdad intolerables, como el cambio climático o el secuestro de individuos. Esos son hechos que se pueden odiar, abolir, criticar. La malevolencia no toca el poema, él permanece imbatible. Aquello que puede parecer abominable puede ser algo sublime, la paradoja es el eje del mundo.
         Sucede que es ingenuo agredir un poema, aquello que puede agraviar a los ojos de uno puede ser la palabra que salve la vida del otro.
         La literatura es lo más importante, ella es el oxígeno de las palabras, mismas que son pensamiento y producto de amor.

                                      F. Vonbonek.

viernes, 17 de octubre de 2008

Ella

Allí he aparecido entre casas azules que arrojan el tiempo y reciben los años
Ella también aparece y quizás sea verdad que jamás se ha marchado
Ella es la mujer que traspasa el silencio, la sangre, las hoscas paredes
Ella es la ventana que irrumpe en los ojos y asoma los suyos
Ella es paralela al carmín del poema que nunca se escribe
Toma mi mano un instante y en ese contacto las manos se elevan en
Una paloma que enciende las auras
Quiero mirarla y el humo del sol la percibe invisible
Todas las flores son risas sembradas con tallos de acero
Logro correr y su rostro aparece en las nuevas ventanas
Cada puerta concibe un oleaje que exilia memorias
Este es un mar de horizonte perdido
Aquí reina el árbol cautivo, las pálidas aves, las voces de látex
Ella se acerca danzando sin sombra
Toma mi mano y me da paralela su frente desnuda
Ahora las casas son todas hermosas
Ahora los pájaros cantan las odas que ofrecen sus ojos y nada parece imperfecto

Diálogo en el Hades



“No me hables con dulzura de la muerte,
glorioso Odiseo, preferiría servir como mercenario
a otro que ser el señor de los muertos que han
perecido”

Alma de Aquiles a Odiseo. Homero, La Odisea.



Aquiles: ¿Ahora qué guerra me pides que libre? ¿Cuántas troyas ambicionas?
Odiseo: No, gran Aquiles, sólo ambiciono volver. Ver de nuevo el sol de Itaca.
Aquiles: ¿Cuántos años han pasado?
Odiseo: Muchos, muchos, ya he dejado de contarlos.
Aquiles: ¿Y los muertos? ¿Cuenta tu espada los muertos? ¿Cuenta tu lanza los cuerpos que cruza?
Odiseo: ¿Y acaso debiera contarlos? Deja que el barquero cuente sus monedas. Yo sólo cuento los hombres que pierdo y los días que me faltan
Aquiles: También contabas conmigo, mi intrépido Ulises.
Odiseo: Jamás lo he negado, quién cuente contigo contará con la victoria, pero ya no soy Ulises, ahora soy Odiseo; el hombre olvidado que no ha vuelto a casa.
Aquiles: Victoria... victoria, solía pronunciar esa suave palabra sin sentir toda esa sangre que derrama el alcanzarla. Dices que eres Odiseo, al menos dos nombres tendrás en la historia. Sólo los nombres conservan su sangre, lo
demás lo seca el tiempo.
Odiseo: Los nombres se pierden en guerras de nombres, sólo el temple es inmortal, tú lo eres, bravo Aquiles, tus victorias te han llevado a ser eterno.
Aquiles: ¿Eterno? ¿Inmortal? ¡¿Consuela a mi madre lo eterno de un nombre?! ¿Puede el eco perpetuo encarnar en mi alma? No, gran Ulises, inmortales son los dioses.
Odiseo: Hasta el fin de este mundo serás recordado, pero debo admitir que conservas razón; los dioses no mueren, sólo sus juguetes preferidos...
nosotros.
Aquiles: Morimos por pleitos ajenos, por rapto de putas, por reyes sedientos del oro foráneo, por antojo de los dioses.
Odiseo: Morimos para darle vida a ellos, porque las almas son sangre, porque cada gota simboliza un hombre.
Aquiles: Morimos porque somos semidioses. Porque los dioses nos atan al tiempo y saquean nuestro vino.
Odiseo: Nuestro vino es distinto.
Aquiles: ¡Por supuesto es distinto! No hay otro vino mejor que el del hombre, el Olimpo carece de tierra, sus parras son yermos de gredas vacías.
Odiseo: ¿Para qué iban a embriagarse?
Aquiles: Para soportar ser dioses.
Odiseo: ¿Qué hay de malo con ser dioses?
Aquiles: ¿Qué hay de bueno de ser hombres?
Odiseo: Tú y yo lo sabemos, los placeres de los dioses son placeres de los dioses. Nuestros placeres son otros, los goces divinos son goces ajenos, las
delicias no se mezclan.
Aquiles: Ellos bajan y copulan con mujeres, entran y salen a placer de nuestros sueños, truecan destinos, compran placeres, descomponen la semilla, se disfrazan de nosotros.
Odiseo: Hombres nacimos, Aquiles, pero y si fuésemos dioses, ¿qué sucesos regirían nuestros deseos? ¿Cómo sería el firmamento? ¿Con qué templanza trataríamos a los hombres?
Aquiles: Eso no indulta sus yerros, somos hombres y tenemos armaduras, pero también las palabras y el tributo de expresarlas. Lástima que yo esté muerto y mi eco sucumba, pero sé que tú estás vivo, ¿A qué has venido a este reino de sombras? ¿Qué has visto hasta ahora?
Odiseo: He visto a mi madre. Murió esperando frente al mar de Itaca. La espera es un dardo letal, no hubo compasión del viento ni consuelo de las olas, Poseidón le dio muerte ignorando su ruego y la sal de su llanto.
Aquiles: Pero tú aún estás vivo, has librado una gran guerra, tu destreza ha iluminado lo imposible, te has ganado tu regreso. ¿Qué pecado has perpetrado? ¿Cuán grande ha sido tu ofensa?
Odiseo: Ebrio debí gritar algo... los dioses son muy susceptibles, no vislumbran ni atesoran los festejos de los hombres.
Aquiles: ¡Vaya si son susceptibles! ...y celosos, y egoístas, y sañudos, y...
Odiseo: ¡Hay dioses limpios, Aquiles! Como mi fiel Atenea, mi leal protectora.
Aquiles: En la guerra no hay limpieza, la espada termina afrentada de sangre, las manos viciadas con otras estirpes, los pechos y pies nauseabundos, los ojos carmines de tanta batalla, las entrañas hechas náuseas, la saliva derritiendo hasta las rocas. ¡Vaya limpieza de dioses!
Odiseo: ¡Hay dioses que sí nos protegen!
Aquiles: ¡Hay dioses que sí nos acaban!
Odiseo: ¡Vivimos en tiempos de dioses!
Aquiles: Yo ya no vivo, yo ya tengo porque respetarlos, ahora mi guerra es con ellos.
Odiseo: La guerra ha terminado para ambos.
Aquiles: La guerra jamás se termina. Ahora tú guerra se llama: regreso. Mi guerra se llama: estar muerto.
Odiseo: ¿Es tan terrible realmente la muerte?
Aquiles: Lo es cuando mueres sintiéndote fuerte. ¿Sabes? A veces olvido que estoy en el Hades... no hace mucho que estoy muerto. A menudo tengo ganas de matar, sueño que mato a los muertos, que huyen de mí con horror, que se arruman en sus huesos implorándole a sus almas. Anhelo mi escudo, los espasmos de mi espada, la emboscada de mi lanza. ¡Tú no sabes lo difícil que es morirse!
Odiseo: Pero sé lo arduo de amparar la vida.
Aquiles: ¿Dónde están mis mirmidones? El clamor de sus gargantas. Hace calor aquí abajo. Se suda una especie de bálsamo rancio, nada parecido a la humedad de las heridas, la textura de la sangre. Aquel calor era fresco, aromado, como un río cautivo agitando sus veras. Era un torrente de histeria incapaz de borrarse.
Odiseo: Sé del calor que se guarda en las venas, yo no quisiera extrañarlo, sólo quisiera llegar a mi armario, darle refugio a mi espada y mis lanzas. Ahora yo tengo tu escudo, como buitres lo peleamos tras tu muerte, yo derroté al gran Ayax, ahora este cuero que a ti te amparaba protege mi vida.
Aquiles: Tú eres más hombre que yo, yo he comenzado a pensar como un dios, tú añoras tu Itaca, yo añoro el combate y los ojos del miedo corriendo ante mí.
Odiseo: Héctor corrió ante tu embate, él, domador de caballos, ¿qué esperabas de los hombres naturales? Todos temían de tu lanza.
Aquiles: Él dio cuenta de Patroclo, le rompí el cuerpo con odio; lo até ya invadido de saña y así lo arrastré con orgullo. Sólo Príamo me hizo ver mi estupidez, le entregué a su hijo vapuleado con barbarie. Y aún así besó mis manos.
Odiseo: Arrastraste muchos cuerpos, grande Aquiles, hombres fuertes, hombres con miedo y sin miedo, hombres que aun muerto te temen.
Aquiles: Los muertos ostentamos otros miedos, le tememos a otra muerte, a la inanición del alma, a la eternidad sin cuerpos.
Odiseo: ¿Dónde camina tu alma? ¿Qué suelo devastan tus pies tan ligeros?
Aquiles: Ando del Tártaro a Campos Elíseos, troto en el jardín de las Hespérides, siempre, siempre en busca de una guerra...
Odiseo: Tu obsesión bélica espanta.
Aquiles: ¿Mi obsesión?... ¿Puedes guardar un secreto dicho de un muerto a un mortal en visita?
Odiseo: ¡Sí!
Aquiles: Un simple sí no equivale a creerlo. Necesito tu palabra trabada a tu alma, un convenio que se anude con tu sangre.
Odiseo: Sé mentir y sé engañar, sé embaucar y adulterar, pero son armas de guerra, tan letales como el tajo de una daga o el asalto de una flecha. Suelo ser falso y timar al contrario, pero jamás al hermano, ni al consanguíneo ni al allegado. La traición ardió con Troya. Puedes confiar en el hombre, ni aun si a cambio este arcano me ofreciesen franquear una puerta directa a la Itaca yo rompería esta promesa, antes Penélope viuda.
Aquiles: Entonces escucha. No estoy sólo en esta empresa, no inútilmente recluto a los muertos ni en vano conspiro. Hartos estamos los héroes de dioses y diosas. Vamos a hacerles la guerra por donde menos lo esperan: vamos a matarlos desde el valle de las sombras. Nuestras armas están listas, nuestros
escudos bruñidos, la bravura inquebrantable, la destreza conservada. Les llegó su hora a los dioses, pronto apedrearemos su inmortalidad. Nunca un humano volverá a mirar a un dios. No dejaremos dios sobre dios, no habrá clemencia ni misericordia, ningún perdón a ningún ser divino. No habrá prisión para ellos, no habrá juicio ni milagros, no mazmorras ni torturas, sólo exterminio... matanza total... así muramos los que estamos muertos.
Odiseo: Ni aun los vivos seríamos capaces. Tus palabras son delirio. Basta un rayo del gran Zeus para quemarles su ardid; un azote del tridente haría una ola tan grande que extinguiría todo el Hades. Hay ambiciones tan vastas pero esto rebasa el absurdo. Una guerra irrealizable, una batalla insoluble. Sin embargo tu secreto está seguro.
Aquiles: Hay algo más, heroico Odiseo, tú lucharás con nosotros.
Odiseo: Falta que quiera... falta que muera.
Aquiles: Nuestra estrategia es ambigua, tú aún vivirás muchos años, puedes idear las maneras, tienes la astucia y la suerte, el tiempo sabrá aquí esperarte... No hay muerto que muera de espera. Tú encuentra tu muerte tranquilo.
Odiseo: ¿Qué es lo que quieres, Aquiles?
Aquiles: ¡Quiero un caballo de Troya! ¡Un hueco galopante para entrar en las moradas de esos seres imbatibles! Allá fue infalible, todos se
sentían cansados, abatidos por Cronos, por las enormes murallas, por los amigos extintos, por los hijos olvidados. Tú soñaste lo imposible: un caballo de madera. Todos reímos ¿recuerdas? ...pero todos al alba ayudamos a crearlo. Muere cuando tú decidas, pero no vengas vacío.
Odiseo: Vendré como todos, Aquiles, vendré a reposar con mis muertos.
Aquiles: ¡¿Reposar?! ¿Cómo poder reposar sin batallas? ¿Cómo malgastar un sueño eterno? Una oscuridad sin sentimientos, una calma perdurable sin cerberos ni tormentos.
Odiseo: Ni vivos ni muertos descansamos de los dioses.
Aquiles: ¡Ni vivos, ni muertos, ni dormidos, ni despiertos!
Odiseo: Mi destino se ha obstinado en no matarme.
Aquiles: Tú destino lo prodigan esos dioses. ¡Dioses del esparcimiento! Si aún no mueres es porque vivo les sirves de juego.
Odiseo: Si aún no he muerto es por mis rezos y los rezos que provienen de la Itaca.
Aquiles: No hay rezo que castre los auspicios del oráculo infalible. Los profetas son errores de los dioses, ni ellos desvinculan la verdad de sus augurios. ¿Por qué me incitaron a entrar a esta guerra? ¿No fue Calcas quién hizo el presagió que sin mí no ganarían? ¿Por qué entraste a Troya a robar el paladio sino por Heleno que predijo que era ineluctable el poseerlo para asegurar el triunfo? ¿A qué has venido, Odiseo? Tú no eres como el resto de los héroes, todos han bajado por pasión o por gloria: Heracles, Eneas, Orfeo, Teseo, Psique, héroes que han venido y se han marchado. ¿Tú qué buscas, Odiseo? ¿A qué profeta escudriñas?
Odiseo: ¡Tiresias!
Aquiles: No me atañen ni desairo tus motivos; ve mi talón destrozado, ve mi cuerpo inmaculado, ¿no es curiosa la ironía? Nada me parece irrealizable; aun muerto puedo decirte que muero por subir y acompañarte, por tocar el mar de nuevo, por verme rodeado de mis fieles mirmidones, por luchar entre esos hombres, no de sangre, de semen de toro y rugido de leones. Ni bebiendo del río Lete puedo olvidar esos días, bebo el odio en el Estigio y bebo lamentos del Cocito eterno.
Odiseo: Gran secreto me has confiado, tú gran hijo de Peleo, yo voy a decirte otro: si muero sin ver Itaca, beberé la pena que transita el Aqueronte, y al dilatarse mis penas voy a zambullir el alma en el gran Flegetonte.
Aquiles: ¡Volverás a Itaca y al consuelo de tu esposa! Miro en tus ojos tu monto de vida, las estrellas de tus años. Tiresias te dirá como llegar.
Odiseo: Nunca habrá olvido para estas palabras. Juro honrar tus armas aun a costa del capricho de los dioses.
Aquiles: Yo estaré en este lugar, desde aquí imploraré porque vivas, pero no a los dioses, a los héroes verdaderos que merecen los olimpos.
Odiseo: Me voy, pies ligeros, hay un vino y una copa que me espera.
Aquiles: ¿Qué más hay?
Odiseo: Una esposa que besar todas las noches.
Aquiles: ¿Qué más hay?
Odiseo: El diseño de un caballo que se infiltre entre los dioses con nosotros adentro y las armas dispuestas.

Fausto Vonbonek. (2008)

miércoles, 15 de octubre de 2008

Luna

Así es esta luna que hoy nace dispuesta a parir las estrellas
Toda esta luz es su fuente preñada que explota en nosotros
Bésame entonces para ser con los labios placenta de estrellas
Deja que encuentre en tu párpado oscuro praderas de soles
Deja que llegue al eclipse que encierra tu cuello
¡Qué bella luz nos regala esta noche la vida!
Beso tu boca y tus ojos se cierran y
Toda esta luz vierte entonces sus sueños aquí en tus pestañas
Toda esta luna contiene a las otras
Todas las lunas contienen tus ojos
Puedo mirar en los tuyos la luna de ahora
No es diferente a ese sol que contiene tu boca
¡Pero qué bella luz me regalan tus labios!
Sé que esta luna se irá para siempre
Pero siempre estará en el espacio en tus ojos
Y así seguirá nuevamente brillando y en ella
Estos labios

lunes, 13 de octubre de 2008

Caminantes

Caminar paralelo al sudor y al deseo
Caminar anudando en las palmas los rieles
Caminar sujetando el orgasmo del vino
Caminar en el filo de un rayo soleado
Caminar en la luna encendida en los ojos
Caminar mutuamente al rozar de las sombras
Caminar en el puente que da la mirada
Caminar en el beso que otorga un contacto
Caminar en la lluvia de boca en tormenta
Caminar en el braile a la espalda del tango
Caminar con los pasos revueltos en risas
Caminar en palabras que sean sólo nuestras
Caminar en estrellas que llegan de día
Caminar en silencios que brinde la pausa
Caminar en los pechos
Caminar en la sangre
Caminar en el alba
Caminar y llegar y encontrarnos de frente
Caminar ya desnudos usando tan solo caricias
Jamás caminadas

martes, 7 de octubre de 2008

Crucifijo

Tú me insistes diariamente
en ese Cristo al que le hablas,
y lo plantas a mi espalda
porque piensas que me observa;
yo lo he visto parpadeando
y sé que miento, no lo he visto,
y tampoco ciertas noches
me despiertan sus latidos,
no es verdad que yo lo escucho,
son segundos los que laten,
pero insistes, y él no cede,
sólo yo soy el extraño,
soy mi propio edén vacío,
soy mi biblia que he extraviado.
Y qué extraño,
lo compartes aún sabiendo que no quiero,
porque me lo arrojas vivo,
aún herido y aún sangrante,
y aunque quiera yo ignorarlo,
me castigas, me perdonas.
Miro tu boca y no habla,
miro tus ojos cerrados,
y te escucho aún si me besas,
y te niego aún si te abrazo,
no perdones si no quieres,
no compartas, no me libres,
déjame ser lo que he sido,
mi misterio, mis palabras,
deja que muera si muero,
deja que exista si aún vivo,
sólo quiero un poco de aire,
sólo quiero algunos años.
Si camino quiero pasos,
si descanso quiero un suelo,
déjame entonces ser hombre,
ser el error de mí mismo,
y quererte aun con mi infierno,
con mi cielo indefinido.
Ya después vendrán los pagos,
los adeudos de ser hombre.

jueves, 2 de octubre de 2008

Mariposas

Las mariposas no mueren en vano,
suelen nacer para ser con sus
alas el más puro instante de un
águila eterna.
Aquella que arranca un capullo
del suelo y lo eleva en sus
garras a ver más allá de la
oruga del hombre.

martes, 30 de septiembre de 2008

Parpadeo gitano

¿Cuánto tarda un parpadeo?
A veces lo ignoro,
sólo sé que las cosas permutan,
nada es tal como yo lo observé en
el pretérito inmóvil.
Todo ha cambiado en un tiempo imposible,
la mesa es distinta, los cuadros son otros,
el libro me ofrece una página nueva.
Afuera la sombra es también salamandra,
finjo ignorar lo que pasa,
grabo la imagen en cada neurona,
cierro los ojos, ¿qué tanto?
¿cuánto tarda un parpadeo?
parto el segundo en mil tiempos,
y eso tardo,
sin embargo al abrirlos las cosas no son como antes.
El aire contiene otro aroma,
la luz se ha teñido el cabello,
la flor de aquel cuadro era un ramo de flores,
la copa de vino era un vaso vacío.
Evito mirar tu retrato,
te conozco de memoria,
¿pero y si fueses distinta?
¿si otro rostro te usurpara?
Mejor parpadeo en el espejo,
una, dos veces, tres veces,
siempre otra camisa, siempre otro poeta,
siempre otro bolígrafo y otro
milímetro más en mi barba.
Sólo hay algo que no cambia,
mi memoria,
la certeza de saber que al despertar
puedo ver otra vez
todo tal como estaba.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Deidades

NADA estaba en el lugar donde acostumbra a estar tu ausencia
Lo supe cuando vi lleno el vacío
Cuando vi a tu dios llorando rompiéndose en biblias
No pregunté porque no hablo con dioses y porque temí respuestas
Donde no pueda encontrarte
Lo vi recargado en el llanto invisible adorando reflejos
Auscultando los vestigios que pudieron conocernos
Quise ofrecerle un espacio en mi hombro mas no hubo el lenguaje
Las palabras con que abaten tus dolencias
Las palabras que pronuncian cuando sufren
Quise secarle una lágrima inmensa
Decirle palabras venidas de un pecho pero sólo soy un hombre
Un mortal que ellos desprecian
Un simple humano de huesos y sueños
Tuve una cuota de miedo
¿Qué hombre no muere mirado por dioses?
Por eso corrí sujetado a mi alma
Hoy sé que aquel dios le lloraba a tu ausencia
Tú no estabas ante el llanto de sus celos
Yo no estaba dispuesto jamás a olvidarte

jueves, 25 de septiembre de 2008

Caja de música


Mírate entonces
Deshojándote toda en ti misma en mis manos
Yo sosteniendo el otoño
Sujetando tus suspiros
Correteando tus labios revueltos de besos y
Pies infantiles
Tu aliento pequeño, distante, como caja de música nunca escuchada
Cómo no abrir la sensual bailarina
Ver en sus ojos la espada brillante
Ver la benigna silueta virar poesía
Cómo no abrir su mirada tan triste
Ya es plenilunio en el mes que más quiero
Ya el aire es silencio y te trae a mis brazos
No cierro los ojos, no vuelvo al olvido jamás un instante
Abro la caja de bosque y madera lejana
Cruje quizás el barniz o las hadas curiosas
La sombra del tiempo se monta en carrozas de lentos caminos
Canta el silencio sus odas más blancas
Vuelve la flor a dotarte de encanto
Abro la tapa y de pronto apareces
Nada transcurre a través de las almas
Arde en mil soles la música eterna
Todo es aroma y un rojo y un canto imposible
Ya no reacciono
Simplemente me pierdo en tu bosque lejano y me olvida el olvido

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Desvelo

Llevo el canto de los muros en el aura,
no le pregunto el horario a las sombras,
ellas son sombras y yo soy destino,
ellas sucumben y yo vuelvo al polvo.

Temprano el presagio remueve la sangre,
sólo que nunca es temprano, siempre soy noche,
siempre hay los grillos que amparan desvelos,
ellos murmuran y yo vuelvo al sueño.

Busco el camino de flores más rojas,
cierro los párpados y abro los pasos,
suelo sentir que camino otra vida,
ella se va y yo me vuelvo epitafio.

Siempre al final llego al techo acusante,
siempre estoy solo, siempre en desvelo, siempre,
pero siempre aparece tu cuerpo, siempre,
aunque no existas nunca ni estés a mi lado.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Relámpago negro



Yo que he tenido tu boca en mi boca
he sentido los siglos volverse ceniza.
Cierro los ojos y el fósil del río descubre
mis huesos atados al tiempo.
Cada pestaña pincela un halcón que
me lleva en sus garras, sólo así vuelo el
instante del beso. Luego me sueltas al
viento, abres tus ojos y aquella ceniza
regresa al relámpago negro.

Abro los míos y estoy bajo el piano,
todo es silencio, todo es espera.
Nada reclamo al mutismo en
sus teclas, nada, ni siquiera la gota de ti
que se estrella en mi frente y me esparce
de nuevo tu boca.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Firmar la derrota



¿Qué le diremos al sol cuando
encuentre el graffiti en el
agua del río?

¿Cómo vamos a enfrentar
la luna cuando ésta se canse
de arriar las mareas?

Ya no es suficiente una
flor esquivando la muerte
a mitad del concreto.

Ya no es un milagro una
rama con hojas en
postes de luz
ni el esbozo de Cristo
en las tiernas mazorcas.

Ya no es el momento de
vernos el rostro.

Es tiempo de hablar el
idioma del mundo,
llevarle una ofrenda,
y firmar la derrota.

martes, 16 de septiembre de 2008

Tras el rastro del cometa

La computadora se convierte en cosmos,
huesos y sangre en un viaje estelar de pantallas y mundos.
Ahí está la prueba, máquina inerme en neuronas ajenas.
Todo es bitácora en pausa, todo a excepción de la mente que
viaja en cohete al origen del todo.
Nada se escapa del polvo, nada,
ni el improbable futuro, ni los quijotes en plena vereda.
Polvo de vida, polvo infinito en efímeros cuerpos,
polvo de sueños, polvo que vuelve al lugar de su crimen.
Ahí está el embrión del latido acezante,
cabalgando como estrella, como tigre cautivo.
Sed, sed de saber y ostentar todo junto,
sed de asomarse a infinitos en celo,
sed de sentir la tibieza del mundo.
Esa es la esfera virtual que ha ostentado la espera,
no era la roca de arcanos, filosofal piedra inútil,
era la gema de estar en contacto,
ver el futuro auscultando el presente,
ser ave fénix de pronto y de pronto cenizas.
Ver todo en sí el corazón destazado,
ver la estampida de arterias y voces,
ese es el mundo de teclas y esencias,
letras y arrobas, fuentes y efectos.
No más carteros ni cartas profundas,
sólo el instante, sólo el perfume del nuevo segundo.
Es inaudito esperar el cometa, tarda mil vidas,
es preferible encontrar su guarida.
Ir a la Andrómeda en tren sin sus bielas,
salto al cometa y de vuelta a la estrella.
Big Bang domado, ruin ciclotrón de partículas lentas,
no más milenios, no más relojes con siglos de arena.
Cae noche a noche el alfil y el desvelo,
muere la Helena y el tiempo derroca.
El periscopio no miente,
lejos, muy lejos y entonces el grito,
Apocalipsis cercano, viento vibrante
cielo esculpiendo el Enola inminente.
¿Qué hacer entonces?
Sólo saltar hacia el cosmos,
ir al garete en el franco universo hacia el puerto del polvo,
polvo lunar bajo el ojo del sueño,
polvo de miel y pantallas genuinas,
polvo bendito, polvo de cartas lejanas,
polvo de tierra en la playa existencia.
Posdata: Debo escribirte un e-mail y decirte, Te quiero.

jueves, 11 de septiembre de 2008

¿Para quién la Poesía?

         Hace unos meses me sucedió algo curioso, trabajaba en un poema, ese tipo de poemas que convierten al poeta en una especie de esquimal en el borde de un hoyo pescando una letra, una foca o de plano nada. A lo lejos merodeaba el rumor de un partido de fútbol, no me distraía ni me entusiasmaba, pero algo pasó de repente que me hizo prestarle atención y olvidar un momento aquel verso inconcluso. Debió de existir una cierta proeza en el juego que provocó una solemne expresión que colmó mis oídos. Dijo así el comentarista: “¿Quién dijo que para hacer poesía se requiere de un poeta, de una pluma y de una hoja de papel? A veces sólo se requiere una pelota en las piernas de un genio para que escriba un poema en las redes contrarias” Ya no recuerdo que tanto avancé en mi poema ni el resultado del juego, pero recuerdo perfecto mi rostro pasmado al oír sus palabras. No era sólo aplaudir la locuaz ocurrencia, era encomiar la secuela que causa, la gestación inherente de un efecto dominó instantáneo. Porque en ese mismo instante en algún punto del mundo las manos prodigiosas de algún cirujano escribían poesía en el cuerpo de un niño con su corazón abierto pintando de rojo un quirófano frío. Porque en ese segundo en un cuarto modesto un austero pianista escribía con sus dedos un suave poema capaz de cubrir de oropel las precarias paredes. Porque en ese justo instante un nombrado arquitecto trazaba un poema en plano imposible de un sueño de luz, de concreto y cristales. Porque en un rincón del mundo en la gota de tiempo un pintor afamado firmaba en su lienzo el poema buscado por años. Porque al desvelo del mismo segundo un autor de novelas gestaba por fin su obra cumbre que abría de sitiar a su prosa de versos. Porque era seguro que en ese momento en un sitio apacible una joven fructuosa escribía poesía al compás de un teclado brindando respuestas a miles de gentes tan sólo por gusto y placer de servicio. Porque sin duda en cualquier continente, en el lugar más oculto, bajo el control de las manos más mustia o más refinadas un prominente poema estaría en su proceso. Quizás en algún repostero que adorna sus tartas, en un chef curioso que encuentra el platillo jamás antes creado, en una escultora que engendra en la arcilla una efigie sublime, en un hortelano que poda sus flores, en un periodista que cubre una guerra, en un pacifista que expone su vida al postrar sus ideales enfrente de un tanque, en una enfermera que limpia una herida infestada, en un artesano que ilustra sus jarros, en una caricia que dice mil frases. En toda creación que estimule el sentido y que anegue de luz el espíritu humano se encuentra el poema. Pero también el planeta y en el vasto universo están confinados de versos gloriosos. Sé que suena cursi y bastante trillado pero ¿acaso una aurora no es verso de luces? ¿acaso el silencio de un cielo estrellado no causa un espasmo? ¿acaso el rugido de un mar infinito no causa un temblor en la arteria del alma? La poesía es en sí la creación que enaltece creaciones. La interacción de lo vivo y lo inerte. La plusvalía del sentido.
          Cuánta razón pronunció el narrador del partido, porque quizás enunció sin la plena conciencia una clara denuncia: Exista o no exista el poeta o la tinta, la poesía está presente y se escribe a sí misma. Ella es quizás la otra cara del tiempo, la faz de una luna unicornio que sólo se observa y jamás se posee. No hay la patente de corso que de inmunidad ni franquicia en los versos. No hay pergamino exclusivo. No hay la merced que delegue el papiro que diga ella es mía. Pobre de aquel o de aquella que aspire a enclaustrarla; la poesía ciertamente estará en su velorio y después seguirá su camino.
         A ti cirujano, a ti repostero, a ti novelista, arquitecto, pianista, escultor, periodista o taxista o cualquier ser humano. A ti van los versos, a ti va el poema que ronda en tus huellas. Hay millones y millones de personas, por eso hay millones y millones de poemas. Pero no los busques todos, busca aquel que a ti te busca, el verso soñado, el verso imposible, el verso mortal que extermine el abismo y lo colme de ensueño y también realidades. Para ti nació Hernández… Neruda… Machado…Darío. Para ti escribió Nervo…Sor Juana…Velarde… Sabines. Para ti vivió Paz… García Lorca…Walt Whitman. A ti son los versos del mundo que pasan así como Octavio lo dijo: Como relámpagos que llevan en el pico pedazos de tiempo todavía vivos.

martes, 9 de septiembre de 2008

Despertares


Esperar otra vez despertares del hielo,
ser núcleo en silencio como átomo en tumba.
Así es este efluvio de infestas banquetas,
mareante, invidente, total noche en hierro.

Ay, cuánto miedo a los párpados fijos,
sueños enerves, miel mortecina.

Ay, cuánto miedo a encontrarse con nada,
templo en cenizas, besos deshechos.

Sentir la llovizna esculpiendo el techado,
después los martillos, después el silencio de
un siglo tras otro.

Ay, si al abrir nada encuentran los ojos,
ni un bosque frío, ni una guitarra en burbujas de
estrellas.

Ay, si estas manos no encuentran sus manos,
ni un solo verso, ni un cosmos muerto pudiera
salvarse.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Splendôris

De la mano del verso encontraste tu herida
La asamblea del estigma
Gotas de luz desprendiendo del pecho
Lux
Lûminis
Lûcis
Lumière

Társicas gotas de un átomo claro



Qué siente el abismo en sus últimos fondos
Coagulación de nostalgias
Piedras de tizne esparcidas por nadie



Calla tan sólo el cimborio ya muerto
Nada renace si no hay las palabras
La oscuridad borra el énfasis diurno
Darkness
Tenebrae
Oscuritè
Lˈoscurità

Brunas manzanas dispuestas al duelo

domingo, 7 de septiembre de 2008

La flor y la estrella

Pidió aquella flor un deseo insostenible,
llevarse una estrella,
cerrarse en su oruga y cundir de preguntas al astro invitado.
¿Cómo se observa de allá desde arriba?
¿Cómo vivir sin sembrarse en la tierra?
¿Cómo vivir sin el agua?
¿Dónde se van cuando el sol reina el cielo?
¿Dónde comprar unas alas que asciendan?
Deseaba ser ave o insecto volátil,
tal vez catarina o paloma o cualquier mariposa,
cualquier ser con alas.
Y así se durmió en su botón de ilusiones,
y entraron eclipses de azul madrugada.
Durmió entre su aroma abrazada a su estigma,
soñó en sus estambres inciensos de estrella,
Y despertó de su sueño al doblar de la aurora,
luego lavó sus mejillas con aire y rocío,
dio la total libertad a sus pétalos amplios.
Fue entonces la sombra, la súbita sombra,
no vio el colibrí con su espada nociva,
ninguna advertencia, ningún viento heroico,
sólo sintió el corazón astillado de muerte,
toda su sangre perdió en un instante,
luego rezó la plegaria de flores, sintió mucho sueño,
más sueño que nunca, más miedo que siempre.
¡Oh, edén de las flores, mis pétalos toma!
dijo la flor y emprendió hacia la muerte.
Pero no estaba muerta ni estaba sangrando,
aún tenía el alma y corolas doradas
¡Estaba volando!
Estaba prendida en las manos del viento.
Vio su jardín alejarse en sus ojos,
vio otros jardines perderse a lo lejos,
vio los tejados, las calles, las casas, los hombres.
Vio el campo de pronto y las líneas inmensas,
vio el mundo a lo lejos, vio nubes de cerca.
Estaba en el aire sujeta a la espada,
cruzaba paisajes, praderas, ciudades,
aquel colibrí la llevaba en el néctar,
el dulce divino, la luz de las flores,
el alma revuelta en las crines del aire.
Aquel colibrí era su sueño, sus alas,
su cielo estrellado.
Y así el colibrí descendió de las nubes,
cruzó aquellos cuadros que el hombre diseña,
y en otro jardín con botones lozanos,
sembró en flores nuevas la flor soñadora.

viernes, 5 de septiembre de 2008

El error de Obama

Como buen militar John McCain esperó en su trinchera de forma paciente, dejó al enemigo acercarse hasta ver su silueta en la lente del rife y sin más disparó. Ahora la bala se encuentra viajando hacia el cráneo de Obama y si nadie interpone un ladrillo o milagro será inevitable que el mundo contemple la prolongación terrible de un esquema yankee que apuesta a perpetuar el miedo a través de un gastado libreto que utiliza al terrorismo de pretexto para invadir y saquear y exhibir que ellos son y no otros los humanos facultados a amparar este planeta de los bárbaros ateos o los crueles musulmanes. Debo admitir que este texto ha iniciado con una metáfora cruel que utiliza el belicismo como imagen, pero así lo he decidido porque quiero a la vez exponer la frialdad de un país que aun envuelto en un conflicto se atreve a ignorar la cordura y con todo sarcasmo produce películas de chistes con el tema de guerra. Y sé perfectamente que lo cómico es versátil, necesario y consecuente. Nada tengo contra el mar de carcajadas que origina el humorismo, al contrario, sé que reír es un bien natural y un reflejo del alma que reavive y purifica. Siento que el mundo sería diferente si los humanos practicáramos la risa como norma religiosa. Hay chistes y bromas de todo y por todo; Chaplin mismo hacía mofa de Hitler en pleno conflicto; pero igual se hacen chistes de Cristo y de Dios y rabinos y curas y monjas y papas romanos. Nadie anda huyendo de oír un buen chiste. Sólo que elijo leer o escribir un poema o pasar unas horas aprendiendo htlm que asistir a una sala a reírme de un tema que envuelve un concepto con el cual no simpatizo. Y sé que me expongo a esos seres que dirán que soy arcaico o que pienso de forma ridícula y cursi, pero poco me importa porque debo ante todo respetar mi poesía. ¿Cómo reírme de aquello que denuncio en “Belicismo”? ¿Cómo poder carcajearme de eso mismo que evidencio en “Sueños Muertos? Y además preguntaría si ya estamos listos también para hacer mofa inmensa del efecto planetario que derrite los polos y engendra huracanes. ¿Cuánto falta para ver en cartelera la fogata bajo el mundo y el irónico rostro del actor hollywoodense contemplando a sangre fría Nueva York bajo el Atlántico? ¿Qué viene después si ahora mismo le entregamos el futuro de los hijos a la risa? Si eso causa una sonrisa desde luego no es la mía.
America latina debiera por fin entender que la unión de arquetipos y modelos ejemplares de gobierno son los únicos caminos del progreso. Es momento de que cada país de habla hispana despierte al vecino y se forje una unión infalible que combata la miseria y el vicio arraigado de aceptar las ordenanzas de un país que no comparte ni el idioma ni la intención de sanear el presente. Es momento de hacer una pausa a la risa y mirar el contexto. Hoy Europa nos enseña su intríngulis sacra, la manera inexorable de sanear su economía y así vislumbrar otros ámbitos ya imprescindibles: la abolición del petróleo como fuente principal de combustible, la sanación de una atmósfera ya corroída, la difusión cultural sin escalas, la creación de una moneda emancipada de fronteras. Latinoamérica tiene un adeudo infinito, pero no con Estados Unidos, sino con sus héroes muertos y sobre todo con su propia gente.
Hoy America del Norte se encuentra cerrando sus filas, paradójicamente globaliza el mundo, se ríe de la guerra y se atreve a decir que es “mandato de Dios”. No es secreto que su guerra es acampar sobre el petróleo, no es secreto que mantiene el puño fuerte en el cuello de un México ya en cataclismo. Cuando un presidente dice una barbarie que desnuda todo, siente uno deseos de inmediatamente arrancarle la banda de un pecho que no la merece. Y sin duda surge la palabra espurio, y aparece también la expresión de pelele, y se exalta cada artículo asombroso que publica Manú Dornbierer con la vil realidad mexicana. Haber antepuesto a McCain por Obama a pesar del apoyo de millones de expatriados constituye una traición al inmigrante. Pero qué puede importarle si el plan se fraguó mucho antes. Sin disparar una bala, sin invadir Cantarell ni ensuciarse las manos se encaminan como hienas a quitarnos el petróleo.
Barak Obama debió haber sumado en lugar de restar los millones de votantes que sufragaron por Hillary Clinton. Ahora Joe Biden surge en medio de un destiempo que no fortalece al Partido Demócrata ni aun sumando al donaire de Obama su gran experiencia. Alguien evitó tras bambalinas que Clinton y Obama fraguaran equipo, quizás ella misma como forma de despecho, o tal vez Obama pensó que pudiera opacarlo. La verdad permanece perdida, lo que salta a plena vista es el hecho que McCain no titubeó, disparó su mejor bala: Sarah Palin. Ahora a temblar todo mundo, porque lejos de ser invisible como lo fue por ocho años Dick Cheney ― mismos que dedicó a enriquecerse de manera sanguinaria ―: está mujer es visible, peligrosa y contundente.
Sarah Palin reúne todo: esplendor, juventud, atractivo, elegancia, gallardía, oratoria, y un perfecto lineamiento de seguir linchando al mundo. Y vaya que aplaudo los ascensos femeninos en cualquiera de sus múltiples aspectos, de hecho vaticino que serán las mujeres quienes forjen la esperanza del mañana. Pero hablando de Palin no puedo cegarme, ya hay quienes la han comparado con Margaret Thatcher. Preguntémosle a Argentina su opinión del thatcherismo. Preguntémosle a los restos de la Unión Soviética como ella y Reagan la desvencijaron. Preguntémosle a la actual Europa quién se opuso con toda su fuerza a la implantación del Euro.
Sarah Palin requirió minutos para encantar a millones de conservadores que gustan reír con películas bélicas, pero ― y aquí el contrapunto ― también hipnotizó a los liberales que aún no perdonaban a Obama por el descalabro propinado a Hillary.
La ambición no es un pecado, y es incuestionable que Palin ostenta de ella una dosis pasmosa. John McCain y Sarah Palin representan a aquellos que creen sin ningún titubeo que Irak era en sí una amenaza inminente. Y no son un puñado de personas, son millones y millones de votantes. Ellos ahora encabezan al conjunto de gente que sueña con un muro enorme que evite la cascada de indocumentados; claro que a excepción de quienes limpien sus albercas, cocinen sus platillos, tiendan su cama y les poden el pasto. Y ese conjunto de gente también son millones.
Muchas madres de familia ya han quedado deslumbradas ante una mujer que ha sido aclamada como “hockey mom” (la versión alascana de la frase “soccer mom” que alude a las amas de casa de la clase media que llevan a sus hijos a los parques y a los juegos de fin de semana de futbol.) Esa es Sarah Palin, patriota a carta cabal, triunfadora innata, madre de cinco hijos, defensora del modelo y el status superior americano.
Ha sido ganadora de concursos de belleza, por su osadía deportiva fue apodada como Sarah “Barracuda” y en un campeonato escolar de baloncesto anotó aun con un tobillo fracturado el tiro libre con el cual obtuvieron el triunfo. Gusta de la caza y pesca, asiste a la iglesia Pentecostés y ahora contiende a la vicepresidencia de Estados Unidos haciendo mancuerna con un hombre que todos conocen como héroe de guerra.
Ella es la bala que viaja hacia Obama, una bala fulminante de carácter. Cuán idóneo hubiese sido presenciar una elección con dos parejas de sexo distinto. Quizás en un mundo perfecto la fórmula óptima hubiese sido la de Obama y Clinton, pero el mundo de ahora nos exhibe de forma violenta sus imperfecciones.
“Recen, recen, ― dijo Sarah Paulin a los misioneros de su Iglesia ― recen para que se apruebe la ley que permita que atraviese por Alaska un oleoducto.”
Ahora el planeta le reza a los osos polares, los humanos como quiera que sea se entretienen mirando películas bélicas.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

A la sombra de los libros

Cuando tu mano me tome,
cuando la puerta sea nuestra
y se cierre apartando lo ajeno.
Cuando el mundo quede adentro,
tú y yo solos,
haremos el amor frente a los libros,
lentamente,
como leyendo las hojas cerrando los ojos.
Nos besaremos en cada palabra,
lentamente como el libro más sublime.
No habrá ese frío arrobando en tus uñas
el yugo divino que surque en mi espalda
oropeles de avena.
Procuraré leña y versos que tibien tu boca
y curruquen su amor en mis álgidos labios.
Sí habrá soledad porque soy solitario,
y porque en cada suspiro comparto un
poquito mi mucho vacío. Tú prestarás
soledad a la mía y serán soledades que
atemos tú y yo a un ave fénix inmune a
volver de sus propias cenizas.
Tendré vino tinto amurado a la espita
en su idílica añeja de abrir y librar colibríes
de la jaula escarlata de gris corazones.
Tendré tango eterno que erija un Tzompantli
al burdel de mi pecho de dios orillero.
Habrá tu sonrisa en descorcho de abrazos
pero antes habré de pintar la pared con tus
sueños variando el matiz con mi aroma de letras.
Pescaremos los dos las lejanas palabras
que van río arriba al desove del miedo,
ahogaré tus angustias cerrando mis puños
y luego al abrirlos verás en mis huellas
castillos de rosas.
Serás toda libre envidiada gaviota,
serás luego esclava del beso profundo,
la eternidad... que tú quieras.

domingo, 31 de agosto de 2008

Prohibido olvidar a Ana Frank


SUEÑOS MUERTOS
(Una página ficticia en el diario de Ana Frank)


Querida Kitty:

Anoche fue como el amanecer

Triste, como esa tristeza de los seres libres

Densa, como la pólvora negra que invade las calles

A veces dibujo paisajes de soles para poder alumbrar

la penumbra que siento por dentro

Otras noches bosquejo las flores y se me inundan los

ojos de lágrimas

Pero siempre me estoy preguntando: ¿Dónde estarán

refugiadas las rosas?

Margot las ha visto en sus sueños y llora una etérea

fragancia que invade el encierro

Puedo escuchar sus suspiros, y al hacerlo, puedo mirar

a través del respiro las noches pasadas

Sé que no he pecado y sin embargo he nacido en un tiempo

en que el odio es virtud del tirano y las balas

Dice mi padre que somos humanos, dice mi encierro

que no, que soy de una estirpe marcada con sangre

Cada día me arrebata lo que no he vivido

Cada ruido de guerra me priva del juego y de todas

las cosas que ofrece estar viva

No quiero morirme

Quiero volver a cruzar por las puertas y entrar a

las calles y entrar en las risas



Voy a decirte un secreto:

A veces cuando duermen me deslizo a la ventana

Cruzo despacio a través de mi miedo y encuentro un

pequeño resquicio en la lóbrega tela

Entonces me asomo, y al hacerlo, siento que atisbo en

los ojos del diablo

Dicen mis dudas que el diablo no existe, dice mi

encierro que sí

Tengo todos los años dispuestos al frente y

qué importa, cierro los ojos y vuelvo a nacer y es

el mismo destiempo y las mismas cenizas

Sin embargo tengo todos los motivos para abrirlos

Y no siempre estoy triste, hay momentos en que

encuentro los recuerdos y aroman de luz este

encierro y me traen las muñecas que

ostento en mis sueños

Sin embargo ya no sueño

Nadie sueña en estas ruinas, el blindaje de la

guerra los captura

Hace prisionero nuestros sueños, cada sueño es

numerado, cada sueño es torturado

Cada sueño es estampado con la estrella infortunada

¿Cómo revivir los sueños muertos? ¿Cómo saber dónde

están refugiadas las rosas?



— ¿Quieres que te diga otro secreto? Sueño cuando

escucho los sonidos de mis venas

Pero sólo murmuros de amor que despiertan, lo demás

es el silencio, y esa cigarra inmutable del

ruido de guerra

Día a día las orugas de los tanques destrozan en

mí la ilusión de otro mundo

Voy a decirte un secreto que nunca pensé revelarte:

Hoy que vi a Peter miré que sus venas son rutas de

escape

Deseé de pronto sentirme abrazada por esos

pasillos repletos de vida

Peter tiene diecisiete, pero sus años no importan

Hace mucho que los años se murieron

Hemos aprendido a no llorar por cosas vanas

Dice mi rostro que soy una niña, dice el encierro

que soy sólo un rostro

Ayer, antes de que entrara la GESTAPO por

nosotros, ambos lanzamos al cielo dos albas

palomas y en ellas sembramos los sueños

Claro que fue sólo un sueño; luego esparcimos el

mapa del mundo buscando el refugio de los besos y

las rosas

Tomamos simultáneamente el mundo con las almas en

las manos, y antes del golpe del hierro en la

puerta, con el aura de los labios nos dimos el

beso que nunca nos dimos

La puerta se abrió con violencia y el mundo jamás

nos mostró ese refugio

— ¿Cómo encontrarte, Peter? ¡¿Dónde te busco?!

Pero ya no hubo respuesta, un poco después morimos

Y encontramos el refugio de las rosas

sábado, 30 de agosto de 2008

Abril

Abril
Necesito abril
Encontrarte por fin en lo inerme del tiempo

Pueden marcharse al molino los meses
Sólo el abril nos desteje sus puertos
¿Para qué obligar al viento?
Mejor esperar el abril en secreto
Desnudar los otros meses
Regalar todas las horas
Tirar calendario a la rambla en cenizas

Necesito el abril que me niega el invierno
Tu boca en sus días, su tiempo en mi cuerpo
Necesito el abril que jamás me promete
Ni un sólo artificio
Ni un sólo embeleco

Ya habrá infinitud que conquiste almanaque
Hoy corro en el tiempo imitando las hojas
Tú marcas la espera
La vena en tu cuerpo que anuda otro abril
A estas almas de octubre

miércoles, 27 de agosto de 2008

Horas inermes

Sí he de volver y otra vez caminar nuestras huellas
Uno a uno pisar los vestigios que juntos aramos
Sí he volver a posar la mirada en las cosas ya eternas
Asir la memoria al plumero del tiempo y blandir los recuerdos
Todo será caminar nuevamente y tomar todo aquello sembrado
En las sombras...
Los ruidos...
Los labios

El viento en huída será diferente y también será nuestro
Ya fui de tu vida y sacié de palabras tu pecho sin boca
Ahora procuro esos ecos que son tus latidos

Nada ha cambiado
La luz es la misma adhiriéndose a un tiempo con nombres
Que vuelven

Por eso regreso y recorro el recuerdo en las horas inermes
Y ahí en los resquicios de azul superficie
Descienden texturas que fuimos nosotros

martes, 26 de agosto de 2008

Tinta perpetua

Tocamos el mar con las ganas de irnos,
de caminar hacia allá donde corta
la tarde la luz de sus hilos.
Tocamos el mar y asomamos los
rostros al eco mojado.
Yo recordé aquellas hojas que el aire
cabalga en el ruido de otoño.
Allá es mi silencio, mi oscura gaviota,
aquí todo es fuego quemando el silencio.
Saben a sal las palabras que escribo,
llega a estas hojas los granos de arena y no
logro marcharlos.
Son como tinta perpetua,
como tus ojos eternos,
como estas gaviotas que vuelven y vuelven
y vuelven del tiempo.

lunes, 25 de agosto de 2008

No todo está escrito

Versos ajenos te observan, poeta,
No hay voz en tu espada que
Acaso haga un eco en tu verso
Más mustio
No hay nada que puedas hacer
Ya todo está escrito
Y escribes y escribes
Y escarbas tus vetas calladas
Deseando otra vez el vergel
De las voces
Aquiles te arrastra y tu espalda
Se escribe en la arena
No todo está escrito, poeta,
Aún puedes soñar que amanece
Una letra y en ella un poema
Arrastrando tu mano

domingo, 24 de agosto de 2008

Oleaje profundo

Aquí,
mi amor, frente al mar,
¿Qué te puedo decir que estás olas no digan?
Toda esta boca de espuma humedece el murmuro,
yo callo entonces para que sólo una voz, no la mía,
te diga poemas que vienen de lejos, muy lejos,
allá donde fueron y nunca volvieron los besos,
los barcos.

Cuánto infinito contiene el oleaje,
cuánto rumor llega acaso un instante y regresa a los siglos.
Ésta, mi amor, es la voz de ese Dios en quien creo;
y ahora te observo y me guardo ese beso,
pero sabe este mar que ha tocado tus labios
que aquí es terremoto en mi oleaje profundo.

Luz de Dios

Si apareciese ese túnel,
Si apareciese esa luz que presumen
Aquellos que mueren y vuelven de pronto,
Si viera el túnel de luz,
Pleno de paz y de sombras,
No dudara en recorrerlo si fueses tú a despedirme,
Besaría tu boca lentamente mientras tristemente lloraría,
Y diciendo un último te amo...
A la luz de Dios me entregaría.

viernes, 22 de agosto de 2008

Extinción

El mundo extingue lo que no le sirve
Sólo el hombre extingue las cosas del mundo
Sin pensar que un día
A punto ya de extinguirnos
El mundo pondrá en el rugido
Del tigre el perdón necesario
Y no habrá bocina en el mundo que
Pueda engañar los oídos del mundo
Y no habrá garganta en el mundo que
Pueda igualar el rugido de un tigre

miércoles, 20 de agosto de 2008

Lusitanos

DIRÉ que desnudos olvido las calles
Basta un roce y la ciudad pierde memoria
Sólo entonces tengo todo
El instante sin el mundo
Los amantes sin el cosmos

No intento entonces volcar las palabras
Te hablo tenue lo que el mundo está callando
Te hablo en letras de humedades

Te beso y aprendo a nacer en mis años
A escuchar sin los sonidos
A observar la luz sin prisa

Soy entonces el instante
La cara del niño que nazco en tus brazos
La palabra anti-silencio
El quijote de un molino hacia unos labios

domingo, 17 de agosto de 2008

La lucidez de Orhan Pamuk.

No es fácil leer a Orhan Pamuk, su literatura es densa, redundante, sardónica, pero también obligada. Puede lo mismo elevar el folclor de Turquía hasta el limbo en la estatua más alta del gran Atatürk que dejarla caer hasta hundirse en el fondo del Bósforo oscuro. Puede de pronto enaltecer el mahometismo que súbitamente arrollarlo en total ateísmo. Puede en una página encumbrar con pasión las costumbres y arraigos de un híbrido pueblo y antes de volver la hoja devastar a ese pueblo exhibiendo su ignorancia, si inanición y sus múltiples dudas. Puede estudiar una idea emigrando su mente a los pueblos de Europa y llevar al exilio un amaso de tóxicos temas y luego acogerlos para sin más desarmarlos, barajarlos o arrojarlos como ácido al rostro. Y es ese tren de furgones repletos de Puede el que da potestad a las letras de Pamuk. Pero no es el poder el que alumbra el laurel en sus libros, no es tampoco el usufructo literario, hay algo más que distingue a Orhan Pamuk: las agallas de escribir entre los tigres que celan lo sacro, la osadía de escribir entre serpientes que atacan la inercia, el coraje de escribir entre alacranes que circundan geografías. Cada libro que publica nace libre y sin cruenta instrucción de acatar un camino distinto al que le plazca a sus historias, personajes o lugares. Obvio que adopta el entorno que dicta tanto el tiempo como el sitio y que embona perfecto en la noble ficción o en el fiel desarrollo del libro. Pamuk no accede a escondrijos pueriles; él compromete, denuncia, comparte, pero sobre todo narra. Sabe anudar al lector al ovillo de nieblas y así devanarlo en historias que pronto se engrosan formando un capullo que ya no se abre hasta el último punto. Pero Pamuk no obliga a quedarse, es el lector quien decide si el mundo allá adentro le ofrece un valuarte o si no hay atributos que logren ligarle. Sólo advierte una cosa: jamás otra obra pondrá ante los ojos de nadie la humana y perfecta visión de esa zona del mundo que no es diferente a la nuestra a pesar de distancias, idiomas, costumbres y desde luego creencias. Y esa advertencia devasta; pero no es necesaria, porque sólo el lector anodino, el mojigato, el indolente, nunca verá a sus espaldas las alas que elevan el cuerpo a asomarse a otros mundos que habitan el nuestro.
A través de “El libro negro” (1990), podrán adentrarse de forma total en la mente y los miedos de Galip, un hombre normal y casado que busca a lo largo de días a Rüya, su esposa que súbitamente se marcha dejando una nota, el sosiego deshecho y el alma de Galip revuelta. Él deberá recorrer Estambul y usurpar otro ser para luego mezclarse con gente repleta de ideas y emociones que a veces ayudan y a veces son lastre en la búsqueda amarga… pero también reflexiva. La trama inherente a un sendero colmado de voces, relatos, sucesos e historias nos coloca poco a poco en un urbano laberinto que nos lleva a dudar si es posible salir y si al hacerlo podremos volver otra vez a ostentar quienes fuimos. Es un libro inteligente en demasía.
En “Me llamo rojo” (1998), veremos con asombro como Pamuk nos extirpa de este siglo hasta prácticamente encarnarnos en el siglo XVI. Pero lo más portentoso es volver a ese piélago inmenso de historias y tramas descritas con una soltura excesiva que nos hace sospechar que el autor recurrió a antiguos karmas para narrarnos la historia de un lienzo sobre el cual se teñirá no únicamente la vida de un sólo sultán, sino las vidas y muertes de un sinnúmero de artistas, maestros, dibujantes, y seres afines al tinte de un tiempo que plasma en sí sólo una gama de historias repleta de intriga, de amor, de suspenso y de vasta maestría.
Ahora voy al que más me ha gustado: “Nieve” (2002), y que confieso que me hizo llorar al pasar ciertas hojas. El nombre original es Kar, que en turco significa nieve. El nombre del protagonista es Ka. Y la ciudad en la cual se despliega la trama se llama Kars. Todo transcurre en tres días. Ka, poeta turco exiliado en Frankfurt, Alemania, regresa unos días a Turquía después de doce años de ausencia y se orienta hacia a Kars a cumplir un destino que nadie conoce, salvo la nieve que cae a lo largo de toda la historia y que es cómplice asidua del tiempo en que Ka desmenuza su suerte a través de poemas y copos puntuales. Bastarán esos tres días para vaciar el costal del pasado y llenarlo de tiempo pensando que habrá algo distinto al abrirlo a lo lejos. Ka encontrará que la nieve también es oscura, y que cada individuo es un copo disímil a pesar que a la altura del cielo los cuerpos, las almas, y cada conciencia parezcan las mismas. Ka encontrará poesía y el rostro mordaz de una prosa que habrá de agredirlo, pero también colmará sus sentidos de amor y delirio. Kars será un pueblo pequeño en el cual se vislumbren las fauces humanas que no dudarán en morder las lealtades, tragar los anhelos y vomitar sus miserias. La simetría de la nieve pondrá en manifiesto el descuadre en los pechos y una anormal graduación en las lenguas humanas. Ka sentirá en carne viva el dolor de la nieve; cada copo que toque su piel le dirá una verdad que difiera en los otros, pronto verá que la vida es un copo gigante y que él mismo es el centro en la suya. Ka será el eje en que giren sus versos y en ese tiovivo pondrá su futuro.
Pamuk se asiste en su propia existencia, no inventa conflictos, no improvisa, no instaura escenarios, todo es existente y él sólo enarbola la fiel circunstancia: el morbo de un pueblo revuelto de estirpes y afecto a creencias que nunca termina de ver y culpar a occidente sin verse y culparse a sí mismo. Europa representa una dolencia, pero también una escusa perfecta a sus propios achaques. Es infalible el asomo a otras formas de vida, es absurdo tapiar las ventanas cuando hay gravidez a observar lo distinto. No es posible restringir lo inexorable; sólo la sacra raíz y los dogmas morales defienden lo propio, la identidad de la tribu, la omnipresencia que ampara y prolonga la estirpe.
Nieve es un grito a la lógica humana, una introspección a un subconsciente que ausculta en las veras del alma su derecho a anteponer las convicciones aun a costa de coartar felicidad.
Nieve es entrar en un pueblo incapaz de palparse, imposible de asirse a un refugio, porque paulatinamente al pasar por las calles y encarar las voces te descubres como un peregrino que va transitando en sí mismo, que cada rincón representa un concepto, que cada matiz simboliza el reflejo de aquello que fuimos y aquello que aún somos, y que cada persona conjunta una célula plena de ensueños y falsa utopía. De pronto los copos que ofrecen bonanza serán todos juntos luctuoso pantano. Lo blanco no es más la pureza piadosa, los pétalos albos serán consumidos por cruentos vacíos. Nieve es una obra de teatro en que tú eres actor y a la vez concurrente, nieve es un programa de televisión, nieve es un diario que escribe el futuro y después le da alcance. Nieve es la cámara oculta en los ojos de Ka que transmite a los ojos del mundo el jolgorio brutal de entelequias humanas que cubren con velos sus propias quimeras no entendiendo jamás que a lo largo del orbe aun la gente desnuda se envuelve a sí misma en charshafs invisibles que inhiben sus miedos mas nunca lo extirpan.
Nieve es el riesgo de abrir la ventana y en una exhalada mudar la existencia al enjambre de copos.
Nieve es un libro de cruel realidades, pero ante todo es un libro de amor.


Fausto Vonbonek, Agosto 17 de 2008.



jueves, 14 de agosto de 2008

Sombra

AMO tu sombra
Esa sombra de tu cuerpo irrepetible
Ella es la dádiva eterna
Porque yo moriré y esta sombra en
Harapos irá hacia tu sombra
La orgía de tu sombra
Amo la ausencia de luna
Amo la ofrenda de un dios
Que desgrana en perfume
El licor de tu sombra
Amo el corcel que se escapa
En tus ojos
Oh viento de ruinas
De efigies
De sombras

Amo este tren que encamina
A tu sangre a través del eclipse
Amo perderme en el átomo oscuro
Voy a lo largo de un túnel
Voy a tu noche en la vía
De
Tu
Vientre
Amo el vagón que me lleva
Amo este ramo de sombras
Que duerme en mi hombro
Y florece adornando tu sombra

Y en aquellos días.

Y en aquellos días
Cuando todo era sólo unas horas furtivas
La dicha era humana
Quizás lo inhumano en el fondo era el lapso
La insuficiencia
La libertad reflejada en cadenas

Amanecía diferente
Más lleno de mundo

Y amábamos eso
Todo lo opuesto a lo usual de los días
Un suave misterio
Un todo distinto a esperar solamente
Un ocaso indistinto

domingo, 10 de agosto de 2008

Vino por siempre

Oh, voz del vino,
murmuro de Dios convertido
en un ramo de elixir color de
los labios.
Beso de tiempo y de miel de maderas,
tú eres edén de la fábula en parras.

Oh, voz del vino, suspiro de uvas,
gota bermeja al estanque del alma.
Eres la luz bajo tierra, fiel humedad
en la arteria del tiempo.

Oh, voz del vino,
suave canción de escarlatas nocturnas,
piel de la Helena y Penélopes vivas.

Oh, voz del vino,
cuenco de historias en drupas de luna.
Lago en barricas, diáfanos labios
dispuestos en soles.

Oh, voz del vino,
sólo tú ostentas la oscura botella que
guarda la voz, el amor y los labios.


sábado, 9 de agosto de 2008

PAJARERO

Despertar por trinos fue mi despertar,
despertar al duelo de graznar o el habla.
Dormir ayer noche poseyendo un cuerpo,
al clarear con alas despertar planeando.

Despertar sin volar como humano,
trinar en el pecho el orgasmo del alba.
El cuervo de la noche desvanece,
canto natalicio de encender un día.

Quiebra el cascarón de mi memoria,
efímeras las plumas en mis brazos.
No, hoy tampoco volaré,
los trinos canturrean en la ventana.

Cae inasible sobre mí la espera,
como una silla vacía,
como la resurrección de un muerto.

Quiero dormir, y no tengo sueño,
quiero trinar, y no tengo alas.

Tal vez un teléfono apuñale al ave,
el motor de un auto,
el ladrar de un perro.

NADA

Reconozco que todo ha dejado de serlo,
la cuchara de la nada me revuelve el tiempo,
no reconozco las cosas,
los sentidos desvarían,
todo se convierte en algo,
todo se reduce a nada.
Un teléfono eres tú,
un sólo numero,
una sola voz,
y todo lo demás es nada.
Una computadora eres tú,
un solo correo electrónico,
una sola dirección,
y todo lo demás es nada.
Un bolígrafo eres tú,
una sola letra,
un solo nombre,
y todo lo demás es nada.
Una melodía eres tú,
una canción repitiéndose,
una canción repitiéndose,
y todo lo demás no importa.
Una mujer eres tú,
una sola mirada,
un solo rostro,
y todo lo demás,
es nada.

sábado, 2 de agosto de 2008

Suave existencia

A veces respiras silencios
Que son poesía
Abro mis ojos y veo cabalgar
Tu descanso aromado
Nada es más bello que oler ese espacio
Tu suave existencia
Mi dicha de ver cobijado
El amor con tu cuerpo amoroso
Amo el descanso en tu cosmos pequeño
Tu dulce infinito
Siempre te asedia un rubor de erotismo
Siempre un celoso volcán
Me incinera los labios
Mas no hay las palabras
Puedo correr pero nunca hacia el cielo
Puedo volar pero nunca alejarme
Miro la paz de tus párpados limpios
Sé que en tu aura cohabita
El letal minotauro guardián
De tu aliento
Nunca una duda
Nunca un temor a olvidar
Que otro siglo reencarna
En mi mano el deseo de
Tu espalda

miércoles, 30 de julio de 2008

» ― ¿En qué país estamos, Agripina?

Nos hemos rebelado contra el gobierno y contra ustedes porque ya estamos aburridos de soportarlos. Al gobierno por rastrero y a ustedes porque no son más que unos móngrigos bandidos y mantecosos ladrones. Y del señor gobierno ya no digo nada porque le vamos a decir a balazos lo que le queremos decir.

JUAN RULFO (Pedro Páramo)



» ― ¿Dices que el gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tú no conoces al gobierno?
» Les dije que sí.
» ― También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De la que no sabemos nada es de la madre del gobierno.
» Yo les dije que era la Patria. Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron sus dientes molenques y me dijeron que no, que el gobierno no tenía madre.

JUAN RULFO ("El llano en llamas". Luvina)

sábado, 26 de julio de 2008

Luna

Quién creyera después de esta luna
Que en muy pocas horas surgirá algún
Sol que se atreva a borrarla
Quién creyera que en estas palabras
Se encuentra un luna rodeada de noche
Quién las leerá bajo un techo sin luna?
Quién las leerá bajo un foco desnudo?
Sé que mañana estos versos serán de
Otros ojos y de otras estrellas
Sé que mañana estas letras querrán
Encontrarme y verán tu mirada
No será cielo el que observen arriba
Pero sí una pupila repleta de luna
Quién creerá que estoy solo escribiendo
Estos versos?
Quién creerá que esta luna
Me duele a lo lejos?
Aún más distante del ser que me duele