viernes, 17 de octubre de 2008
Diálogo en el Hades
“No me hables con dulzura de la muerte,
glorioso Odiseo, preferiría servir como mercenario
a otro que ser el señor de los muertos que han
perecido”
Alma de Aquiles a Odiseo. Homero, La Odisea.
Aquiles: ¿Ahora qué guerra me pides que libre? ¿Cuántas troyas ambicionas?
Odiseo: No, gran Aquiles, sólo ambiciono volver. Ver de nuevo el sol de Itaca.
Aquiles: ¿Cuántos años han pasado?
Odiseo: Muchos, muchos, ya he dejado de contarlos.
Aquiles: ¿Y los muertos? ¿Cuenta tu espada los muertos? ¿Cuenta tu lanza los cuerpos que cruza?
Odiseo: ¿Y acaso debiera contarlos? Deja que el barquero cuente sus monedas. Yo sólo cuento los hombres que pierdo y los días que me faltan
Aquiles: También contabas conmigo, mi intrépido Ulises.
Odiseo: Jamás lo he negado, quién cuente contigo contará con la victoria, pero ya no soy Ulises, ahora soy Odiseo; el hombre olvidado que no ha vuelto a casa.
Aquiles: Victoria... victoria, solía pronunciar esa suave palabra sin sentir toda esa sangre que derrama el alcanzarla. Dices que eres Odiseo, al menos dos nombres tendrás en la historia. Sólo los nombres conservan su sangre, lo
demás lo seca el tiempo.
Odiseo: Los nombres se pierden en guerras de nombres, sólo el temple es inmortal, tú lo eres, bravo Aquiles, tus victorias te han llevado a ser eterno.
Aquiles: ¿Eterno? ¿Inmortal? ¡¿Consuela a mi madre lo eterno de un nombre?! ¿Puede el eco perpetuo encarnar en mi alma? No, gran Ulises, inmortales son los dioses.
Odiseo: Hasta el fin de este mundo serás recordado, pero debo admitir que conservas razón; los dioses no mueren, sólo sus juguetes preferidos...
nosotros.
Aquiles: Morimos por pleitos ajenos, por rapto de putas, por reyes sedientos del oro foráneo, por antojo de los dioses.
Odiseo: Morimos para darle vida a ellos, porque las almas son sangre, porque cada gota simboliza un hombre.
Aquiles: Morimos porque somos semidioses. Porque los dioses nos atan al tiempo y saquean nuestro vino.
Odiseo: Nuestro vino es distinto.
Aquiles: ¡Por supuesto es distinto! No hay otro vino mejor que el del hombre, el Olimpo carece de tierra, sus parras son yermos de gredas vacías.
Odiseo: ¿Para qué iban a embriagarse?
Aquiles: Para soportar ser dioses.
Odiseo: ¿Qué hay de malo con ser dioses?
Aquiles: ¿Qué hay de bueno de ser hombres?
Odiseo: Tú y yo lo sabemos, los placeres de los dioses son placeres de los dioses. Nuestros placeres son otros, los goces divinos son goces ajenos, las
delicias no se mezclan.
Aquiles: Ellos bajan y copulan con mujeres, entran y salen a placer de nuestros sueños, truecan destinos, compran placeres, descomponen la semilla, se disfrazan de nosotros.
Odiseo: Hombres nacimos, Aquiles, pero y si fuésemos dioses, ¿qué sucesos regirían nuestros deseos? ¿Cómo sería el firmamento? ¿Con qué templanza trataríamos a los hombres?
Aquiles: Eso no indulta sus yerros, somos hombres y tenemos armaduras, pero también las palabras y el tributo de expresarlas. Lástima que yo esté muerto y mi eco sucumba, pero sé que tú estás vivo, ¿A qué has venido a este reino de sombras? ¿Qué has visto hasta ahora?
Odiseo: He visto a mi madre. Murió esperando frente al mar de Itaca. La espera es un dardo letal, no hubo compasión del viento ni consuelo de las olas, Poseidón le dio muerte ignorando su ruego y la sal de su llanto.
Aquiles: Pero tú aún estás vivo, has librado una gran guerra, tu destreza ha iluminado lo imposible, te has ganado tu regreso. ¿Qué pecado has perpetrado? ¿Cuán grande ha sido tu ofensa?
Odiseo: Ebrio debí gritar algo... los dioses son muy susceptibles, no vislumbran ni atesoran los festejos de los hombres.
Aquiles: ¡Vaya si son susceptibles! ...y celosos, y egoístas, y sañudos, y...
Odiseo: ¡Hay dioses limpios, Aquiles! Como mi fiel Atenea, mi leal protectora.
Aquiles: En la guerra no hay limpieza, la espada termina afrentada de sangre, las manos viciadas con otras estirpes, los pechos y pies nauseabundos, los ojos carmines de tanta batalla, las entrañas hechas náuseas, la saliva derritiendo hasta las rocas. ¡Vaya limpieza de dioses!
Odiseo: ¡Hay dioses que sí nos protegen!
Aquiles: ¡Hay dioses que sí nos acaban!
Odiseo: ¡Vivimos en tiempos de dioses!
Aquiles: Yo ya no vivo, yo ya tengo porque respetarlos, ahora mi guerra es con ellos.
Odiseo: La guerra ha terminado para ambos.
Aquiles: La guerra jamás se termina. Ahora tú guerra se llama: regreso. Mi guerra se llama: estar muerto.
Odiseo: ¿Es tan terrible realmente la muerte?
Aquiles: Lo es cuando mueres sintiéndote fuerte. ¿Sabes? A veces olvido que estoy en el Hades... no hace mucho que estoy muerto. A menudo tengo ganas de matar, sueño que mato a los muertos, que huyen de mí con horror, que se arruman en sus huesos implorándole a sus almas. Anhelo mi escudo, los espasmos de mi espada, la emboscada de mi lanza. ¡Tú no sabes lo difícil que es morirse!
Odiseo: Pero sé lo arduo de amparar la vida.
Aquiles: ¿Dónde están mis mirmidones? El clamor de sus gargantas. Hace calor aquí abajo. Se suda una especie de bálsamo rancio, nada parecido a la humedad de las heridas, la textura de la sangre. Aquel calor era fresco, aromado, como un río cautivo agitando sus veras. Era un torrente de histeria incapaz de borrarse.
Odiseo: Sé del calor que se guarda en las venas, yo no quisiera extrañarlo, sólo quisiera llegar a mi armario, darle refugio a mi espada y mis lanzas. Ahora yo tengo tu escudo, como buitres lo peleamos tras tu muerte, yo derroté al gran Ayax, ahora este cuero que a ti te amparaba protege mi vida.
Aquiles: Tú eres más hombre que yo, yo he comenzado a pensar como un dios, tú añoras tu Itaca, yo añoro el combate y los ojos del miedo corriendo ante mí.
Odiseo: Héctor corrió ante tu embate, él, domador de caballos, ¿qué esperabas de los hombres naturales? Todos temían de tu lanza.
Aquiles: Él dio cuenta de Patroclo, le rompí el cuerpo con odio; lo até ya invadido de saña y así lo arrastré con orgullo. Sólo Príamo me hizo ver mi estupidez, le entregué a su hijo vapuleado con barbarie. Y aún así besó mis manos.
Odiseo: Arrastraste muchos cuerpos, grande Aquiles, hombres fuertes, hombres con miedo y sin miedo, hombres que aun muerto te temen.
Aquiles: Los muertos ostentamos otros miedos, le tememos a otra muerte, a la inanición del alma, a la eternidad sin cuerpos.
Odiseo: ¿Dónde camina tu alma? ¿Qué suelo devastan tus pies tan ligeros?
Aquiles: Ando del Tártaro a Campos Elíseos, troto en el jardín de las Hespérides, siempre, siempre en busca de una guerra...
Odiseo: Tu obsesión bélica espanta.
Aquiles: ¿Mi obsesión?... ¿Puedes guardar un secreto dicho de un muerto a un mortal en visita?
Odiseo: ¡Sí!
Aquiles: Un simple sí no equivale a creerlo. Necesito tu palabra trabada a tu alma, un convenio que se anude con tu sangre.
Odiseo: Sé mentir y sé engañar, sé embaucar y adulterar, pero son armas de guerra, tan letales como el tajo de una daga o el asalto de una flecha. Suelo ser falso y timar al contrario, pero jamás al hermano, ni al consanguíneo ni al allegado. La traición ardió con Troya. Puedes confiar en el hombre, ni aun si a cambio este arcano me ofreciesen franquear una puerta directa a la Itaca yo rompería esta promesa, antes Penélope viuda.
Aquiles: Entonces escucha. No estoy sólo en esta empresa, no inútilmente recluto a los muertos ni en vano conspiro. Hartos estamos los héroes de dioses y diosas. Vamos a hacerles la guerra por donde menos lo esperan: vamos a matarlos desde el valle de las sombras. Nuestras armas están listas, nuestros
escudos bruñidos, la bravura inquebrantable, la destreza conservada. Les llegó su hora a los dioses, pronto apedrearemos su inmortalidad. Nunca un humano volverá a mirar a un dios. No dejaremos dios sobre dios, no habrá clemencia ni misericordia, ningún perdón a ningún ser divino. No habrá prisión para ellos, no habrá juicio ni milagros, no mazmorras ni torturas, sólo exterminio... matanza total... así muramos los que estamos muertos.
Odiseo: Ni aun los vivos seríamos capaces. Tus palabras son delirio. Basta un rayo del gran Zeus para quemarles su ardid; un azote del tridente haría una ola tan grande que extinguiría todo el Hades. Hay ambiciones tan vastas pero esto rebasa el absurdo. Una guerra irrealizable, una batalla insoluble. Sin embargo tu secreto está seguro.
Aquiles: Hay algo más, heroico Odiseo, tú lucharás con nosotros.
Odiseo: Falta que quiera... falta que muera.
Aquiles: Nuestra estrategia es ambigua, tú aún vivirás muchos años, puedes idear las maneras, tienes la astucia y la suerte, el tiempo sabrá aquí esperarte... No hay muerto que muera de espera. Tú encuentra tu muerte tranquilo.
Odiseo: ¿Qué es lo que quieres, Aquiles?
Aquiles: ¡Quiero un caballo de Troya! ¡Un hueco galopante para entrar en las moradas de esos seres imbatibles! Allá fue infalible, todos se
sentían cansados, abatidos por Cronos, por las enormes murallas, por los amigos extintos, por los hijos olvidados. Tú soñaste lo imposible: un caballo de madera. Todos reímos ¿recuerdas? ...pero todos al alba ayudamos a crearlo. Muere cuando tú decidas, pero no vengas vacío.
Odiseo: Vendré como todos, Aquiles, vendré a reposar con mis muertos.
Aquiles: ¡¿Reposar?! ¿Cómo poder reposar sin batallas? ¿Cómo malgastar un sueño eterno? Una oscuridad sin sentimientos, una calma perdurable sin cerberos ni tormentos.
Odiseo: Ni vivos ni muertos descansamos de los dioses.
Aquiles: ¡Ni vivos, ni muertos, ni dormidos, ni despiertos!
Odiseo: Mi destino se ha obstinado en no matarme.
Aquiles: Tú destino lo prodigan esos dioses. ¡Dioses del esparcimiento! Si aún no mueres es porque vivo les sirves de juego.
Odiseo: Si aún no he muerto es por mis rezos y los rezos que provienen de la Itaca.
Aquiles: No hay rezo que castre los auspicios del oráculo infalible. Los profetas son errores de los dioses, ni ellos desvinculan la verdad de sus augurios. ¿Por qué me incitaron a entrar a esta guerra? ¿No fue Calcas quién hizo el presagió que sin mí no ganarían? ¿Por qué entraste a Troya a robar el paladio sino por Heleno que predijo que era ineluctable el poseerlo para asegurar el triunfo? ¿A qué has venido, Odiseo? Tú no eres como el resto de los héroes, todos han bajado por pasión o por gloria: Heracles, Eneas, Orfeo, Teseo, Psique, héroes que han venido y se han marchado. ¿Tú qué buscas, Odiseo? ¿A qué profeta escudriñas?
Odiseo: ¡Tiresias!
Aquiles: No me atañen ni desairo tus motivos; ve mi talón destrozado, ve mi cuerpo inmaculado, ¿no es curiosa la ironía? Nada me parece irrealizable; aun muerto puedo decirte que muero por subir y acompañarte, por tocar el mar de nuevo, por verme rodeado de mis fieles mirmidones, por luchar entre esos hombres, no de sangre, de semen de toro y rugido de leones. Ni bebiendo del río Lete puedo olvidar esos días, bebo el odio en el Estigio y bebo lamentos del Cocito eterno.
Odiseo: Gran secreto me has confiado, tú gran hijo de Peleo, yo voy a decirte otro: si muero sin ver Itaca, beberé la pena que transita el Aqueronte, y al dilatarse mis penas voy a zambullir el alma en el gran Flegetonte.
Aquiles: ¡Volverás a Itaca y al consuelo de tu esposa! Miro en tus ojos tu monto de vida, las estrellas de tus años. Tiresias te dirá como llegar.
Odiseo: Nunca habrá olvido para estas palabras. Juro honrar tus armas aun a costa del capricho de los dioses.
Aquiles: Yo estaré en este lugar, desde aquí imploraré porque vivas, pero no a los dioses, a los héroes verdaderos que merecen los olimpos.
Odiseo: Me voy, pies ligeros, hay un vino y una copa que me espera.
Aquiles: ¿Qué más hay?
Odiseo: Una esposa que besar todas las noches.
Aquiles: ¿Qué más hay?
Odiseo: El diseño de un caballo que se infiltre entre los dioses con nosotros adentro y las armas dispuestas.
Fausto Vonbonek. (2008)
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Un diálogo interesante. Surgen las preguntas y respuestas sobre la vida, los dioses, la muerte, la guerra.
ResponderEliminarLa delicias de estar vivo y ser humano, los recuerdos del pasado, las formas de un posible futuro, en general un dialogo muy interesante. Ulises, Aquiles; distintos uno del otro y sin embargo fieles amigos y compañeros eternos en la guerra.
¡Hasta los muertos temen a la inanición del alma! Tal vez más que los vivos que no pensamos demsiado en ello... Y cuánta de esa inanición nos carcome la vida cuando navegamos por ella sin pasión que perseguir, sin anhelos, sin retos inalcanzables.
ResponderEliminarTu texto me atrapó enseguida. Ese diálogo tan masculino y tan terrenal en pleno Hades, me llevó de viaje hasta la muerte con Odiseo... Veo en él tu trance, tu capacidad de habitar otras vidas, otras almas, atravesando el tiempo y el espacio.
Felicidades por este trabajo tan lleno de ti, tan intenso y creativo. Gracias por la odisea poética, Fausto.
Aún siento el vértigo que me provocaron los diálogos aquí vertidos; se requiere algo más que imaginación para hacer toda esta trama de coloquios.
ResponderEliminarUno por estar muerto y querer regresar a los antiguos combates se lamenta y el otro por estar vivo y no encontrar la paz ansiada lo hace también
Dilema del genero humano.
yo lo veo como el embate entre las grandes esferas de poder y aquellos que somos parte del ciudadano de a pie, si, es una confesa angustia de levantarse contra los opresores, y a la vez, evitar el caos en lo establecido, como rendir lealtad a todo cuanto se nos es dado, o enfrentar lo que se nos es quitado, dos puntos de vista que, aun siendo mitología mezclada con historia, puede tranquilamente reflejar la mezquindad desde tiempos inmemoriables.
ResponderEliminaresta bien compuesto tiene inicio, nudo y descenlace
ResponderEliminarEl gran AQUILES dijo que abra un GUERRA con los Dioses por usar alos hombres y alos semidioses asu antojo,mas si los Dioses nos crearon para matarnos entre nosotros mismos hubiera preferido no haber sido creado ,.. ESTOY EN TUS FILAS GRAN AQUILES VA SER UN HONOR PELEAR ATU LADO Y LA VICTORIA SERA NUESTRA..
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