sábado, 25 de octubre de 2008

Fortaleza


Estaré bajo el puente esgrimiendo verdades,
tal vez no regrese, mi amor,
tú conoces mis ríos, tú conoces mi frente
dispuesta a luz de los rayos de hombre.
Reconoces mis manos y cada posada en
sus huellas nocturnas. Tú y yo anidamos
en una y pasamos la noche a otra noche
en tus manos.
Estas manos jamás fueron mías, son como
pájaros rojos que emigran los pasos. Ellas
escriben y todo este amor se contiene en un
verso que inunda de ti los silencios que sufro.
Oh, suave murmullo, es tanto el oleaje en la
sangre que el sueño resquiebra en mortal
rompeolas.
Todas las noches contienen tus ojos y
ahí permanezco en tu surco secreto.
No temas si el miedo llovizna en tus hombros,
no escuches la risa estridente del muro.
Temen los cuervos y mienten las sombras,
nada descifra ni rompe el abrazo de aquellos
que aún somos.
Otros jilgueros emigran distantes, ellos
remolcan las nubes, ellos remolcan mis versos.
Yo llegaré sin palabras, sin sangre, sin fuerza.
Pero al tocar tu perfume mis labios dirán las
palabras mareantes, vendrá un corazón con
la roja substancia y un giro del mundo en
tus labios de vino darán a mis brazos
la fuerza del viento.

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