viernes, 23 de abril de 2010

Seres de lluvia


Elegimos la lluvia
Empapar las palabras
Elegimos tejer en la ropa el encaje del agua
La intemperie eligió no secar el sudor de la fresca memoria
Sigo siendo una gota de amor sentenciada a tu frente
Escribamos entonces
Para que el sol no evapore estas pocas palabras
Es tan efímero el mar que la noche cincela su
Llanto en un húmedo sueño
Duele esperar que despierten las charcas
Nos merecemos la risa del agua
El sahumerio del viento a la faz de un
Silencio que cruje su espuma
Música... tiempo... cristal de rocíos
Flor expectante
Sangres ajenas en un solo pecho
Un solo cíclope atando dos frentes
Esa es la deidad que la lluvia levita
La jerga mojada del agua amorosa
Río arriba la luz se desova en palabras
Escribo estas gotas de un agua en
sosiego que ayer fue diluvio
¿Quién toca el amor cuando el piano se ausenta?
Toda esta humedad la interpretan tus manos
Yo bebo del agua que emanan tus lirios
Tus huellas mojadas

miércoles, 14 de abril de 2010

PALABRAS DE AMOR


"Hay un mar de puertos en el mar de mares,
y únicamente un amor transbordando en la sangre."



Escribo palabras que pueden oírte,
como si la boca de cada palabra dijera algo tuyo,
algo tal vez innombrable que nadie pronuncia,
ni el viento, ni el agua, ni la Poesía,
ni siquiera el sueño.

Me pregunto yo mismo estas cosas,
me responde la nada,
ese todo que gritas en
cada silencio.

Caen sobre mí tus silencios,
hablan,
doran las perlas que
alumbran tus senos.

Eres llovizna,
luz viva,
humedad que penetra las venas.
Pero no estás,
nunca estás,
y estás
siempre perfecta,
siempre mujer,
siempre exacta y
lejana
lejana.

Hay un dolor que
te trae a mi cuerpo,
hoy un dolor que
desteje aquí mismo su
Itaca amorosa.

Puedo sentir cada barco o
presagio que trae tu perfume.
Nada puedo callar ante
el viento que todo lo sabe,
porque tú eres la vida que
da luz al viento.

Tú, encadenada paloma,
tan llena de mí sin
saber que de ti es
la palabras más libre.

¿Qué es el querer,
el desear, el decir: tengo ganas?

El querer es rotundo secreto que
nada lo acalla,
porque la sangre no es diáfana letra,
es claro latido de amor y
oquedad de castillos.

Nuestro deseo es tal vez el
plural de unas ganas que
son singulares.

Hay un verso tatuado en
mi sangre que no cede nunca ni
doma su anhelo de hacerte el
amor y la guerra amorosa.

Hay como dije un imán que se
obstina en unir las palabras,
la sensual armonía de tu
cuerpo inherente al deseo,
al amor,
a las ganas profundas de
hacer de
las ganas deseo innumerable y
deseo acariciado.

Es imposible seguir postergando el
deseo que sucumbe a la inercia del
fuego,
fuego que esparce, devora, carcome,
anula el contrato del diablo y las almas.

Y uno resiste, sobrevive o naufraga,
y a veces, como todo el tiempo:
contempla ese péndulo argento que
oscila entre amor y esperanza.

Una esperanza que parta esta roca y
de luz a la almendra.