En el marco del sueño,
en el oscuro lumbral donde mil
chuparrosas descifran la luz,
aparece tu nombre en neblina
inmortal que pronuncia tu cuerpo.
Eres entonces la rosa que se abre y
se va en mariposas, yo sufro entonces
atado a este sueño, alzo estas manos
y busco rozar la que ostente tu fuego.
Pero todas son fuego, todas calcinan
el sueño que envuelve el deseo de
tu cuerpo. Soy en la sombra ceniza
encendida en el vientre de estrellas.
Sólo una boca se atreve a decir lo que
calla el silencio. Esa es tu boca que
en vano despierta, ya no es un sueño,
ya no es más boca, ahora es la boca del
sueño en un barco sin tiempo,
una quimera encallada en dos cielos que
oprimen dos frentes, vivas palabras
buceando en el mar de una cama abismal
de profundos orgasmos.
Duelen los sueños de nostalgias inasibles. Duelen, pero cuando son sueños en tándem, es un dolor que también es gozoso.
ResponderEliminarQué belleza este poema que retrata un enverado amor, un amor vivo.