Tu casa en silencio habitando tus manos,
tus manos,
tus únicas manos.
Tú sueñas que soy minotauro en tus manos
y no es otro sueño sino un sueño nuestro.
Tú ignoras acaso que el sueño me lleva
primero a tus manos,
sueño en tus labios y
encuentro que no estoy soñando,
que sueño en besarte y el sueño
despierta otra vez en tus manos.
Aquí estoy perdido en tus cálidas manos,
no tengo otro mapa que el Tauro que nace
en la estela en tus manos.
Benditas tus manos,
bendita trinchera de cielo y desierto,
de miel y candados,
de libro y suspiros.
Escribo en tu piel la bitácora argenta de
cirios celestes.
No quiero rescates,
no quiero antropólogos luego del tiempo.
Quiero morir descubriendo tus signos,
quiero morir suavemente en tus manos y
luego nacer en el África astral de tus
lúdicas manos.
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