miércoles, 3 de junio de 2009

Flores poetas

Qué rotunda te aguarda,
Oh, dulcinea de mis versos.
Dónde un infierno sofoca sus
fuegos por glorias de amores.

Oh, dulcinea de Beatrices,
sólo una rosa resguarda de ti
los demonios del verbo.
Aquella que aloja en tus dedos la
suave caricia de un sol
contemplado.

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