La pintura arroja una angustia incapaz de vencerse invadiendo enteramente la humanidad del artista. Tanto ha impactado el matiz semihumano que incluso un excéntrico crítico se aventuró a proponer que las mujeres encinta debían mantener su distancia del cuadro. E irónicamente los nazis consideraron brutal la creación del pintor retirando su obra de toda Alemania.
Hoy todo mundo conoce este cuadro, pero quizás pocos sepan las palabras que escribió el artista en su diario con fecha de enero de 1892:
"Iba caminando con dos amigos siguiendo el camino, el sol se ocultaba a lo lejos. El cielo se volvió rojo de pronto, yo me afiancé a la baranda sintiéndome exhausto. Observé bajo el fiordo la sangre y las lenguas de fuego, un azul renegrido invadía la ciudad. Mis amigos siguieron sus pasos, yo permanecí en el sitio temblando de miedo. Sintiendo cruzar por la naturaleza ese grito infinito"
Por eso no olvido la fotografía, por las palabras de Munch, y por la estampa del grito en los niños.

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