miércoles, 12 de agosto de 2009

INDIFERENCIA


Ella me ha despertado
Debiese ignorarla pero su entusiasmo agrede y constriñe cualquier
apatía
Ella es el sentido, la musa, la letra enemiga del confort del sueño
He venido a escribir otra vez cuando estaba a punto de ovillar memorias
Y es que son casi las cuatro y he debido arrancarme de toda caricia y
reabrirme de nuevo a edredones de tinta
Pero fue necesario, es imposible apartar un poema una vez que este vibra y
su voz patalea sin cesar las placentas del verbo
Es como gatos en celo a mitad del descanso
Ellos no dejaran de maullar de la misma manera que el alma del verso le
brama a su orgía
Pero ¿Cómo pasó? ¿Cómo explayarlo ya a punto de aurora?
Sucedió que antes de irme a dormir relegué este poema
Quise escribirlo y de pronto la idea original trascendió en otros mundos
Fui a dormirme a la par de dos nuevos poemas, pero el poema, el que
embestiría a mi lado la palabra indiferencia, ese no germinó
Por eso es que he vuelto, porque estoy consciente que si entrego mi espíritu al
mago del sueño seré indiferente y no debo, no quiero, no soy desalmado
Yo mismo debo observar esos cánones propios
Debo imponer mis palabras al párpado plomo y escribir, ya por fin, el poema a
esa aciaga palabra. Indiferencia
Pero ¿Quién me acompaña?
¿Qué antónimo enfrenta una guerra mortal que combata ese insano vocablo?
Indiferencia
¿A quién pertenece la mano en lo alto? ¿Quién muestra emociones?
Oh, indiferentes
Aún es madrugada, me asomo hacia afuera y ahí, al traspasar los marasmos del
vidrio se encuentra el más diáfano ejemplo
¿A quién sino al éter oscuro le importa esa infausta mujer que deshoja sus canas
lavando la ropa del mundo? Siempre, siempre lavando, siempre tallando,
siempre tendiendo, siempre atendiendo
Me pregunto a qué hora de todas las horas eres tú la mujer que tú eres
Desde un quinto piso te puedo mirar y sentir como lavas las letras que van transcurriendo
Todas ellas son tuyas, pero tú lo ignoras, sólo lavas y lavas y lavas
Lavas la ropa como si el cielo apurara impaciente tus brazos, como si el manto del
alba esperara el color que tus manos restriegan
La indiferencia del mundo recae en tus ojos y tú la humedeces totalmente estoica
Tu detergente es tu humilde mirada, la indiferencia es la mugre que cae por los caños
Tintorería es más que un sueño
Te miro y mis ojos jabonan la lluvia de la misma manera que enjuagas tus sueños
Confieso que duele observarte, pero confieso también que este pecho se colma de
todas las flores, de todas las nubes y todos los nidos que lavan tus manos
A ti, incansable mujer que destellas la piedra, que en cubetas opacas deshaces deseos y sudores dedico el dolor de estos ojos
Porque tú eres la causa del sueño arruinado, pero también el torrente de afán que depura molicies. La indiferencia no agrede tu espalda.
A ti y a esa anciana que sé que bendice su harina dedico los fuegos que hornean los
sentidos
Y a ti que posees este río de palabras, a ti te pregunto:
¿A quién le dedicas un trozo de dicha? ¿Quién te merece soñar que le extirpas la
roca y el sol y permutas un rostro de arrugas y esmero por dos realidades?
Una lavadora y una secadora cuyos motores provean de un instante para contemplar la lluvia
Ahora voy a dormirme, la indiferencia pulula lejana

4 comentarios:

  1. Te aseguro que yo no me he quedado indiferente al leer tu poema .
    A todos nos ha pasado alguna vez el irnos a la cama con una idea en la cabeza y sentir la necesidad de sacarlo para poder conciliar el sueño. Ha sido un placer leerte. Un abrazo.

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  2. Mi querido Fausto
    Indiferencia no es lo que provocan
    tus cautivantes letras, precioso
    poema que nos zambulle en ese
    espacio privado de tu alma.

    Ha sido un placer leerte.

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  3. Confieso que a veces me cuesta leerte. Tomé el hilo de la musa insuistente y el poeta indiferente, quizás cansado del tráfago diario y termina con una alusión que es más un tributo a la mujer de pueblo, aquella la abnegada, (podría ser tu madre o la mía), la que no escabulle el oficio desapercibido a todos, menos al sensible y al poeta. No podría decir con certeza quien es el o la protagonista del poema: la musa, el poeta, la lavandera o todas las mujeres. Bien vale el insomnio obligado pero gratificante al fin. El sueño puede esperar...

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  4. Hace poco estuve en la Ciudad de México, todos los días veía a una señora lavar ropa a mano, tallarla, enjuagarla, prenderla de alambres. Pero ¿sabes algo? Sentí claramente que nadie observaba ese mar de nostalgia o lo hacían de manera inconsciente, como ver una piedra o un auto en cualquier avenida. Gracias por estar conmigo.

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