Como flor entre arrullos creció tu silueta,
magnolia en galope, corola de luna en espacio movible,
de nuevo valiente, de nuevo alumbraste las voces dispersas.
Si afuera una estrella lloraba un silencio tú no la escuchaste,
tú fuiste hacia ella en el tren de tu boca,
cubriste su llanto con notas de risa,
curaste su lumen de espejo marchito y así,
en luz decembrina,
volviste a la estrella un botón de mil cantos.
Tú, flor en galope,
giraste atrevida tu mano en el eco volviendo
el otoño una azul bailarina, así es tu galope,
caballo desnudo en aliento vestido.
Un hombre infinito observaba tus alas,
su dulce rodilla dotó tu cabello de un copo de sangre.
Allá en el silencio otra estrella lloraba;
distante, perdida, friolenta.
Tú abriste los brazos,
alzaste tu pétalo pleno de selva y barriste la noche.
Ya no hubo una estrella llorando un silencio,
tú, flor en galope,
volviste cantante los faros del cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario: