No dirán que intenté no morirme,
no dirán nada.
Nada dirán cuando observen el
trino brotar de mi aliento.
¡Qué fiel es el alba!
Nada dirán las auroras sin versos,
no dirán nada,
sus bocas tendrán las palabras
postradas que no alimentaron.
Sus manos oscuras traerán el
revólver que afrente el espejo.
No dirán que intenté no morirme,
dirán en parvadas palabras cenizas,
dirán cielo abierto
dirán luz de Roma.
El mar guardará mi silueta en
su lúbrica espalda,
la arena sabrá disolver el bosquejo
del beso que di a su cintura,
el aire jamás les dirá una palabra
nacida en mi sombra.
¡Qué fiel es la noche!
Un rito de fuego dirá una palabra,
un solo siseo tendrá la osadía,
y entonces la luna,
aquella que fue de mi piel un poema
dirá en luz de azahares que
yo soy su amante.
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