martes, 15 de julio de 2008

AHÍ ERA LA TIERRA

Sí, ya voy recordando el lugar y las voces,
mira, aquí, justo aquí daba giros la luna,
así la llamaban: la luna.
Ahí era La Tierra, ahí en ese espacio podías
respiras un azul y una luz como sólo en leyendas.
No, no exagero, había amanecer y un insólito ocaso
a la puesta de un sol justo allá a donde apunto.
Sé que suena imposible, lo admito, pero sé que así era.
Había áreas de tierra entre el mar de unas aguas
plagadas de vida.
Todo orbitaba en siluetas de añil y bronceado,
aquí había una espuma de azahares de nubes,
sí, aquí era, recuerdo el sinfín de milenios viajando
a la luz de una luna inmovible.
Recuerdo a La Tierra infestada de ríos,
no miento, aquí en los extremos les juro cundían
los glaciares y el oso y la foca y el suelo eran blancos.
No deben reírse, les juro que aquí había una esfera
llamada planeta, les juro que aquí era desierto,
allí eran los bosques, acá era la selva.
Sí, si había dinosaurios y pulpos marinos,
había tiburones, koalas, bacterias, canarios y tigres.
¿Árboles? ¡Desde luego! Millones y millones circundando
la burbuja. ¿Flores? De todo el color existente, de todas
las formas, de todo el aroma. No miento, lo juro.
Aquí en el vacío flotaban las formas, la lluvia, las rocas,
los vientos. Shhh, aún puede escucharse el sonar
de ballenas, shhhh, es el juglar de un lamento,
son alejandrinos de las aves y sonetos de elefantes.
¿Voces? ¿Voces humanas? No, yo no las percibo, deben ser
voces de plantas o voz de volcanes. No voces de seres.
No, no logro escucharlas.
(Pero sí podía hacerlo, fue necesario fingir mi sordera como
fue inevitable impregnar mi nostalgia ante el eco inminente
del cruento homo sapiens. Sí, ondas de amor deambulaban
en vano, música suave inundaba el vacío, un blues nocturno
evocaba smog negro. Sí, un rumor triste meneaba el recuerdo.
Pero cómo decirles que aquí hubo fronteras, cómo explicar
la presencia de bombas, la extrema pobreza, la hambruna,
el miserable racismo. Cómo explicar que los hielos se fueron,
que los ríos se secaron y el hombre murió envenenado en su
propio y total egoísmo, idiotez e impotencia).



Fausto Vonbonek (Julio 2008)

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