miércoles, 6 de octubre de 2010

Árbol de Newton


Del corazón del silencio
un latido nos vuelve invisibles.
Puedo mirarte si tú me pronuncias.
Los ojos se van, las miradas se alejan,
somos dos pájaros de un mismo verso.
Aun invisibles podemos mirarnos,
la ausencia jamás parpadea.
Ambos pagamos el precio de haber saboreado el
poema arrancado del árbol.
No había un Edén, amor mío,
nunca existió una serpiente y el único Dios
merodea por las calles midiéndose rostros.
La infinitud nos absuelve,
la oscuridad nos reescribe.
Y esta manzana que aún guardo en mi boca
me fue dada a besos.

2 comentarios:

  1. me encantan tus escritos,Fausto, eres mi inspiración!besos!!!

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  2. sueños efimeros de sentimientos brotados en botones de rosas y sus petalos soplando brisas al infinito, la ausencia de presencias ausentes por distancias insuperables que duelen y gratifican el alma al saber que alguien te piensa y sueña en la surrealidad de lo real
    GENIAL POETA UN BESO LEJANO AMIGO

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