Tocamos el mar con las ganas de irnos,
de caminar hacia allá donde corta
la tarde la luz de sus hilos.
Tocamos el mar y asomamos los
rostros al eco mojado.
Yo recordé aquellas hojas que el aire
cabalga en el ruido de otoño.
Allá es mi silencio, mi oscura gaviota,
aquí todo es fuego quemando el silencio.
Saben a sal las palabras que escribo,
llega a estas hojas los granos de arena y no
logro marcharlos.
Son como tinta perpetua,
como tus ojos eternos,
como estas gaviotas que vuelven y vuelven
y vuelven del tiempo.
Pura evocación. Es parte del alma de poeta, pasar de un estado de febrilidad a uno de contemplación, y luego a uno de recordación, y así sucesivamente, y acá me llevaste a una fase de añoranzas, por lo que quiere retornar pero se resiste...
ResponderEliminarUn beso, Martaeugenia,